Con información del diario El Pais de España.
El régimen cubano se prepara para asentar legalmente su lenta transición a un modelo de socialismo de partido único abierto al mercado. A través de medios oficiales se ha difundido un resumen del anteproyecto de reforma constitucional en el que “se añade el reconocimiento del papel del mercado y de nuevas formas de propiedad, entre ellas la privada”. Pero se reafirma que en Cuba el sistema económico “mantiene como principios esenciales la propiedad socialista de todo el pueblo sobre los medios fundamentales de producción”.
La reforma se viene elaborando a puerta cerrada desde hace varios años en un grupo de trabajo al mando del general Raúl Castro, que en abril cedió la presidencia a Miguel Díaz-Canel, pero sigue ocupando el cargo de secretario general del Partido Comunista de Cuba, máximo órgano de poder del Estado según mandato constitucional, aspecto que no variará tras la reforma. Otras novedades adelantadas serán la creación del cargo de primer ministro —actualmente el presidente es jefe del Consejo de Estado y de Ministros—, la limitación de los mandatos a un máximo de dos legislaturas —diez años— y la ratificación en el texto fundamental “de la importancia de la inversión extranjera para el desarrollo económico del país, con las debidas garantías”.
El anteproyecto, calificado en la prensa oficialista como una “reforma total” –en 1992 y 2002 hubo revisiones puntuales– consta de 224 artículos que no se han hecho públicos y que se debatirá entre el sábado y el lunes en la Asamblea Nacional (Parlamento unicameral) y los diputados votarán para que se apruebe la convocatoria de una consulta popular previa a su ratificación final. De momento, no se ha anunciado una fecha límite para que se complete el proceso, aunque se espera que se culmine antes de termine este año.
El concepto de propiedad privada quedó eliminado en la Constitución de 1976, redactada con el molde de las Constituciones del bloque soviético, si bien en la práctica había quedado proscrita tras la llamada Ofensiva Revolucionaria de 1968, con la que Fidel Castro asestó el golpe definitivo a cualquier resquicio de capitalismo y radicalizó su apuesta por el modelo comunista. Desde los retoques constitucionales de 1992 —forzados por la crisis generada por la caída de la URSS— se reconoció el trabajo por cuenta propia, figura que ha sido impulsada, como parche a la inoperancia de la economía estatal, por Raúl Castro desde que relevó a Fidel en la presidencia en 2008. En Cuba (11 millones de habitantes), existen actualmente alrededor de 600.000 trabajadores por cuenta propia –13% de la fuerza de trabajo–; en 2010 eran 150.000. El martes pasado el Gobierno anunció que a partir de diciembre se volverán a entregar licencias de trabajo por cuenta propia. Este creciente sector privado, que insufla vida a la economía con negocios particulares como restaurantes, taxis, hostales o salones de belleza, había visto congelada la concesión de licencias desde el verano pasado. Con el desbloqueo para poner en marcha nuevos negocios llegan a su vez restricciones: cada ciudadano podrá tener un solo negocio y los restaurantes, por ejemplo, no podrán servir a más de 50 personas.