La millonaria deuda económica que el gobierno en disputa de Nicolás Maduro tiene con Rusia y las ansias de Vladimir Putin de tener cierta influencia en América Latina para conservar su prestigio como potencia mundial, son tal vez los dos puntos clave para entender el apoyo ruso a la causa que defiende el mandatario socialista de una nación en crisis.
Pese a que la falta de transparencia impide conocer el monto financiero exacto de las transacciones entre Venezuela y Rusia, se estima que la deuda asciende a unos 19.000 millones de dólares, vinculados a negocios relacionados con el petróleo y la industria militar.
Expertos consultados por la Voz de América avalan la tesis sobre el interés ruso en Venezuela, cuando muchos se preguntan qué tiempo más seguirá apoyando el Kremlin a Maduro y si podría incluso estar teniendo o intentando tener contacto con el gobierno interino de Juan Guaidó.
Lo que sí parece a todas luces infranqueable es su brecha con Estados Unidos, después que Washington le advirtió la pasada semana que saque de Caracas sus soldados. El Kremlin desestimó la advertencia y dijo que sus «especialistas» no representaban ninguna amenaza a la estabilidad regional.
«Venezuela es extremadamente importante para Rusia en este momento particular. Durante los últimos 10 años Vladimir Putin estuvo tratando de construir una imagen de Rusia como un nuevo jugador global, como un poder reemergente», dijo en entrevista con VOA Noticias vía Skype, Vladimir Rouvinski, director del Centro de Estudios Interdisciplinarios de la Universidad de Icesi, en Cali, Colombia.
«Hay importantes inversiones rusas en Venezuela, y estamos hablando de una gran bomba rusa, que es Rosneft (…) todos esos intereses están bajo una gran presión como la propia Rusia porque algunos rusos están empezando a preguntarse sobre por qué Rusia invierte ese dinero en Venezuela», indicó.
El experto Yuvar Weber, del Kennan Institute, -un centro basado en Washington y comprometido a mejorar la experiencia y el conocimiento estadounidense sobre Rusia y Ucrania-, reafirmó que tanto el asunto económico como el interés geopolítico están en el centro de atención de Putin.
«Podemos ver que estos no son temas distintos o separados», dijo.
Weber explicó que los legisladores rusos estarían pensando ya en términos de que si Maduro cae y Guaidó asume el poder total, entonces estarían perdiendo «todo»: «En este punto se empieza a comparar el monto de la deuda con el dinero que puede venir».
Aludiendo a los aspectos geoestratégicos que estarían incidiendo en el nexo ruso-venezolano actual, Weber dijo que si bien no está al mismo nivel de la época de la Guerra Fría, por lo menos sí está siguiendo la lógica de esa etapa marcada por el enfrentamiento ideológico y político con el bloque adversario que lideró Estados Unidos tras la Segunda Guerra Mundial.
«La cantidad de lo que Rusia puede hacer puede ser limitada, pero Rusia simplemente está presente en este problema (…) lo que significa que está presente dentro de las políticas regionales de una región que no es la suya. Y esa es la importancia de Venezuela. Es un punto de apoyo en la política de gran poder», dijo el analista.
Según Weber, por ejemplo, el presidente ejecutivo de la petrolera Rosneft, Igor Sechin, estaría presionando a su círculo interno alegando motivaciones de prestigio, sugiriendo que lucirían demasiado débiles si no son capaces de defender a su aliado Maduro y a sus clientes.
Estados Unidos, por su lado, ha acusado a Sechin de dar «un salvavidas» a Maduro.
«(Los rusos) han puesto su prestigio en la situación en Venezuela», dijo el analista.
También valoró que Rusia no ha hecho una condena abierta a Guaidó ni a la oposición que disputa el poder a Maduro, indicando que podría tratarse de una estrategia para no quedar fuera en ninguno de los escenarios posibles.
«Uno podría inferir de eso que están tratando de mantener sus opciones básicamente abiertas, que si Maduro cae, la próxima persona será Guaidó», indicó Weber.
Un eventual colapso de Maduro
Expertos rusos consultados no descartan que el Kremlin podría estar rondando al gobierno encargado de Guaidó, en la medida en que parece sin salida la crisis política en Venezuela que se agravó en el último mes con el colapso del sistema electroenergético que ha dejado a oscuras a la nación.
Rouvinski dijo incluso que Rusia a esta altura, previendo que el poder de Maduro podría estar llegando a su fin, quiere «estar segura» de que un nuevo gobierno liderado por Guaidó «seguirá respetando los intereses rusos».
A su vez valoró que el tiempo está a favor de Guaidó: «La cantidad de dificultades que está experimentando Maduro está aumentando (…) Rusia no está en condiciones de apoyar a Maduro por mucho más tiempo».
Y es que el panorama tuvo un drástico giro para peor desde que Maduro asumió un segundo mandato el pasado mes de enero, pese a que actores políticos dentro y fuera de Venezuela habían tildado de «ilegítimas» las elecciones de mayo de 2018.
La tensión creció pocos días después, cuando el 23 de enero Guaidó salió a la calle y asumió como presidente encargado del país, con una clara agenda que incluye lo que cataloga como «cese de la usurpación, gobierno de transición y elecciones libres».
Más de 50 países incluyendo Estados Unidos respaldan a Guaidó. En la acera del frente está Rusia, que lidera al grupo de naciones que apoyan a Maduro, entre ellos los gobierno de China, Corea del Norte, Siria, Turquía, Nicaragua, Bolivia y Cuba.
Consultado acerca de un eventual acercamiento a Guaidó de parte de los rusos, Weber dijo que sin bien no ha presenciado ninguna reunión de este tipo tampoco la descarta.
«La falta de veneno hacia él (Guaidó) me hace pensar que están manteniendo sus opciones abiertas», dijo, comparando el tono usado por dirigentes y portavoces rusos acerca de Guaidó, en relación al trato de «terroristas» que dan a adversarios de sus aliados en países como Siria.
También dijo que tampoco de parte de Guaidó y su gabinete hay abierta crítica al gobierno ruso y Weber tiene su explicación para ello: «Guaidó se ha comportado como un presidente, pero aún no está en el cargo (…) Rusia tiene reclamos, China tiene reclamos, por lo que no puede estar en posición de insultar a la gente».