Vía El Nuevo País
Imponentes edificios clásicos se alzan sobre locales comerciales en los que compra lo más granado de la sociedad española (y de otras partes del mundo).
Los precios del mercado inmobiliario español -y por ende los de estos inmuebles- han creciendo como la espuma en los últimos años y los operadores internacionales continúan tomando posiciones para adquirir los mejores edificios. Este es el caso de la comunidad venezolana de la capital que, desde el estallido de la burbuja en España, se ha hecho con varios de ellos.
A la vez que los españoles retiraban sus inversiones del país latinoamericano por la inseguridad jurídica y económica ante la situación política, los venezolanos con más poder adquisitivo aterrizaban en la capital huyendo de esta misma situación con la mirada puesta en los imponentes edificios que pronto pasarían a formar parte de su cartera de activos.
En el año 2002, en España vivían 19.591 venezolanos, según datos del Instituto Nacional de Estadística. A día de hoy, según el último dato que facilita esta fuente, el número de residentes de esta nacionalidad se ha multiplicado hasta los 91.228. La crisis económica y, sobre todo, la política, ha empujado a muchos venezolanos de clase alta a salir de su país y asentar sus negocios y su vida en España.
Alguno de sus destinos predilectos han sido el Barrio de Salamanca y el de Chamberí, distritos de edificios clásicos, con gran valor por su ubicación y una muy fácil colocación en el mercado. ¿Para qué adquieren este tipo de edificios? Normalmente, se hacen con inmuebles para reformar y volver a sacar al mercado divididos en viviendas.
Uno de los vehículos que utilizan para la compra de estos activos es Lemon Prime Selective Real Estate Madrid. A través de ella, se ha gestionado una superficie total de 50.791 metros cuadrados entre los años 2012 y 2018, según indica la propia compañía. En total esta sociedad habría adquirido inmuebles por valor de 162 millones de euros con un presupuesto total de obra de casi 48 millones más para adecuarlos al mercado inmobiliario actual.
Con ello, habrían conseguido un valor de venta de más de 363 millones de euros, lo que supone unas ganancias de más de 150 millones al adquirir, reformar y volver a poner en el mercado este tipo de activos. La mayoría de ellos se encuentran en la parte norte del Parque del Retiro, es decir, las calles Príncipe de Vergara, Núñez de Balboa y Lagasca, una de las zonas más cotizadas de la ciudad. En cambio, también cuenta con activos en Chamberí y La Moraleja.
Pero no solo en residencial invierte esta sociedad en nuestro país. El Centro Comercial Sambil Outlet, en Leganés, también es propiedad del grupo venezolano del mismo nombre, capitaneado por la familia Cohen. La compañía pagó 17 millones por el inmueble que abrió al público el año pasado y siguió aumentando sus activos en Madrid con la adquisición de un edificio en la calle Ramón de la Cruz que destinará a apartamentos.
Anteriormente, Derwick Associates, firma de Alejandro Betancourt, ya se hizo con la que fuera la finca de caza de Gerardo Díaz Ferrán, ‘El Alamín’. El expresidente de la CEOE era propietario de 1.600 hectáreas en Toledo que se vió obligado a vender tras la quiebra de Viajes Marsans. La finca se sacó a subasta y fue adjudicada por 25 millones de euros a este empresario.
En general, los compradores cuentan con un alto poder adquisitivo y pocas veces quieren que sus nombres salgan a la luz. Muchos de ellos, ya eran importantes empresarios en su país que han tenido que deshacerse de sus negocios allí ante la devaluación de la moneda y la hiperinflación que acusa el país que ahora capitanea Nicolás Maduro.
El empeoramiento de la situación política ha acelerado la salida de grandes grupos de población, también de clase media-baja, que se han visto obligados a seguir la estela de los más ricos de su país.