El nuevo Cardenal venezolano, “El Defensor por la Paz de Venezuela”, es considerado unos de los historiadores más acuciosos de la Iglesia Católica de ese país suramericano, así como un prelado muy querido por su pueblo. Hoy en Conversaciones.
¿Cómo se enteró del nombramiento?
Pienso que esta es una de las travesuras del Papa Francisco. En los últimos consistorios, a diferencia de los anteriores en los que se les participaba a los candidatos con al menos dos o tres días de anterioridad, ahora nos hemos enterado por los medios de comunicación. Conversaba hace un rato con el Arzobispo de Madrid, quien fue mi compañero de estudios, y le preguntaba cómo se había enterado “comenzaron a llamarme y yo no sabía nada hasta que el Arzobispo Díaz Merchán, muy emocionado me llamó diciéndome que lo habían anunciado por la televisión”. A mi me pasó algo parecido, comenzaron a llamarme y yo sólo decía que no sabía nada de eso. El Cardenal José Luis Lacunza, de Panamá, de quien soy también compañero y amigo de muchos años, me llama y felicita. Le pregunto ¿es en serio o es una broma? pues es en serio, me respondió, lo estoy viendo en la televisión. Esto lo que indica es que el Papa actúa muy libremente y que los nombramientos responden a las necesidades de la Iglesia.
¿Qué significa para la Iglesia Católica venezolana el hecho de tener dos cardenales electores?
La gran preocupación y el cariño que el Papa Francisco tiene por nuestro país. De los cardenales nombrados recientemente tres somos latinoamericanos. Brasil y México son los países de mayor número de católicos en el continente, por lo tanto los recientes nombramientos eran esperados ya que siempre han tenido más de un cardenal. En Venezuela no llegamos a 40 circunscripciones eclesiásticas. Que tengamos dos cardenales electores es un gesto inusitado y una gran deferencia. Un llamado a la esperanza. Es también un espaldarazo a la Conferencia Episcopal y otros sectores de la iglesia que durante todos estos años han buscado recoger las inquietudes de la inmensa mayoría de la población. No es estar a favor o en contra de alguna parcialidad política, sino ayudar a un gobierno o a cualquiera que tenga autoridad con la crítica constructiva. De tal manera que veo en el nombramiento, no un gesto de honor o méritos a una persona, sino un reconocimiento institucional desde la Iglesia y para toda la sociedad venezolana independientemente de cualquier credo o pensamiento.
¿Quiénes le han llamado o enviado correos de felicitación?
Representantes de diversas religiones, sectores públicos y privados de toda índole y también tengo que decirle que algunos representantes del oficialismo a nivel medio y bajo lo que indica algo positivo, una amplitud que nos hace ver esa posibilidad de diálogo y entendimiento que tanto necesita el país.
¿El señor Nicolás Maduro le felicitó?
Hasta ahora no tengo ningún mensaje aunque tengo muchos por revisar. Pero de los que me han enviado, prefiero no nombrar a ninguno para no rayarlos.
¿Está de acuerdo en integrar a la Iglesia al diálogo Gobierno-MUD?
A nivel del Vaticano, que es lo que está solicitado, habrá que ver qué es lo que se decide allá, quién podría representar a la Iglesia. Ahora bien, la búsqueda de un diálogo no es simplemente sentarse a conversar –y por experiencia se lo digo porque me tocó estar en la primera mesa de diálogo- es seguir forzando porque ningún poder con armas y atropellos puede mantenerse. Mientras más se deslegitimen, más pronto llegará la solución y un nuevo horizonte se abrirá.
¿Cómo se dialoga con quien oprime, persigue y encarcela, con quien obstaculiza el derecho constitucional de efectuar un Referéndum Revocatorio?
No es una tarea fácil, pero sí necesaria porque precisamente todo lo que usted señala le muestra a la misma población y a las instancias internacionales que se está fuera de la institucionalidad y de la razón de ser de un Estado, que es el servicio del pueblo y no al beneficio de una parcialidad que quiere mantenerse en el poder. Eso es lo que nos permite caminar muchas veces lentamente, con lágrimas y sudor para ir por los caminos pacíficos con constancia y coraje, en la búsqueda de una solución a la crisis que vivimos.
En Colombia quisieron vender la paz con la narcoguerrilla a través de una pregunta manipulada en el plebiscito. El pueblo les dijo no. En nuestro país usted habla de un entendimiento con quienes hambrean y asesinan, ¿el venezolano quiere transitar ese camino lento y con las lágrimas que nos dibuja?
En Colombia se creía que el “Sí” ganaría de manera aplastante y el pueblo dijo no, lo supo hacer. Aquí, lo que uno percibe a diario en las calles y en los pueblos es precisamente lo mismo. Va quedando en evidencia la deslegitimación de quienes quieren aferrarse a toda costa al poder sin solucionar los problemas mas urgentes de la población. Eso nos hace avanzar, quizás lentamente, pero por la buena senda.
¿Si lo llama Maduro para conversar?
El 11 de abril me llamó el propio presidente Chávez y me preguntó si estaba dispuesto a acompañarle en su salida. A pesar de las barbaridades que había dicho de mi persona. Fuimos, porque creo que el sentido de la ocasión sacerdotal es esa, uno no conversa con quien quiere sino con quien le toca.
¿Cómo se reconcilia un país, cómo se perdona la hambruna producida por un régimen que acabó con la productividad?
Estamos en el año de la misericordia y la actitud de reconocer que el otro existe, aunque nos haya ofendido. Cuando en una familia surgen desavenencias, sólo sentándose se pueden encontrar soluciones. Lo que no se puede hacer es tirar la toalla. Nuestra mayor fuerza está en la racionalidad, en la búsqueda de la verdad que no se puede manipular impunemente.
Un mensaje a los venezolanos
No nos dejemos robar la esperanza, la alegría, la verdad. Es con el trabajo de todos, con la participación más amplia y con la fuerza que nos da la fe y la oración que vamos a superar estos tiempos difíciles. La bendición del Señor y de la Virgen les acompañen siempre.