La aviación civil panameña destinará 62,6 millones de dólares en 2017 para mantener la categoría 1 que le otorgó EE.UU., mejorando la seguridad y supervisión del servicio, que genera 13 % del producto interno bruto (PIB) del país, tras la pésima evaluación de la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI).
La evaluación de 2015, recibida en septiembre pasado, es el resultado «de diez años de abandono y de no responder» a las recomendaciones del organismo internacional, reconoció hoy el director de la Autoridad Aeronáutica Civil (AAC), Alfredo Fonseca Mora.
La OACI le dio a Panamá una aprobación del 36 % en seguridad de la aeronavegación en 2015, cincuenta puntos menos que la obtenida en 2005.
No aceptar las «recomendaciones» de la OACI no es una opción para Panamá debido al «grave daño» que puede ocasionarle si pierde la categoría 1, que recuperó en 2004, si la Administración Federal de Aviación de EE.UU. (FAA) decide hacer una evaluación y le asigna categoría 2, acotó.
«Si la FAA hiciera una auditoría sorpresa y no nos aprobara, bajándonos a categoría 2, dejaría de existir el centro de conexiones aéreas y eso sería muy negativo para Panamá, no solo para la aviación, sino para el turismo y la inversión de un centenar de multinacionales que se han instalado aquí por la conectividad», dijo.
Fonseca expresó que al llegar a la institución, en julio de 2014, sabían que estaban «mal», pero les «tomó por sorpresa el resultado de la evaluación», porque no sabían que estaban «tan mal».
El director general de la AAC detalló que este año se inició el cumplimiento de las recomendaciones de la OACI, contratando un grupo de exfuncionarios especializados de la FAA que ahora aplican los correctivos, aunque tenía limitaciones presupuestarias.
«Para 2017 tenemos un presupuesto asignado de 62,6 millones de dólares, mientras este año fue por 36,9 millones, por lo que a partir del 1 de enero próximo podemos avanzar con la contratación de personal especializado, mejorar los salarios de los actuales y destinar 22 millones de dólares a inversión».
La OACI desaprobó a Panamá en la actualización de los manuales de supervisión de la AAC, por los bajos salarios que paga, por la falta de personal capacitado y además por la no actualización de equipos tecnológicos.
Fonseca recordó que en 2001, cuando Panamá cayó a la categoría 2 «y Copa solo tenía 40 aviones», perdieron «millones de dólares en ingresos».
«Imagínense hoy que tiene más de 100 aviones y 12 destinos en Estados Unidos», agregó.
No solo las aerolíneas panameñas no podrían entrar a Estados Unidos, sino que las que aterrizan en Panamá pueden dejar de hacerlo si ese país lo califica como inseguro para la aeronavegación, adelantó.
Fonseca explicó que el grupo de exfuncionarios de la FAA que los asesora hizo el análisis y «ahora trabajan en elevar el nivel de seguridad, en comunicación con la FAA, por lo que no esperamos que se de una auditoría sorpresa y ya pedimos a la OACI una auditoría intermedia para septiembre próximo».
La meta, indicó, es que para esa fecha Panamá alcance una aprobación del 76 % por parte del organismo regulador y en 2019 someterse a una auditoría «completa» en busca de obtener una aprobación del 85 % «en las más de mil preguntas que hace la OACI».
Actualmente la AAC tiene unos 800 empleados, entre administrativos y técnicos, y se espera contratar unos 200 especialistas a partir de 2017.
De momento, ya tiene 25 técnicos controladores aéreos listos para empezar a trabajar el próximo 1 de enero.
Fonseca dijo que también «ya se creó la Oficina de Vigilancia de la Seguridad Operacional de los Servicios de Navegación Aérea», que es la que «auditará» a la Dirección de Navegación Aérea.
Además se prepara una licitación para comprar nuevos equipos de navegación y comunicación para tener uno en operación y otro redundante, con el fin de que el trabajo no se interrumpa si el principal falla.
Un nuevo Código de Navegación Aérea, la autonomía de la AAC y la capacidad de multar a los operadores de los aeropuertos son las reformas que acometerá en 2017 el ente regulador, adelantó.