Un Boeing 747 de carga turco se estrelló hoy sobre un pueblo kirguís llevándose por delante 23 casas y causando la muerte a más de 30 de sus habitantes, además de los cuatro tripulantes del aparato.
El avión, arrendado por Turkish Airlines a la también turca Avia Cargo Turkish (ACT), se partió en cuatro fragmentos de gran tamaño al caer contra las viviendas de la localidad de Dacha-Suu, a unos 25 kilómetros de Biskek, la capital del Estado centroasiático de Kirguizistán.
Como se puede apreciar en las fotografías tomadas en el lugar de la tragedia y publicadas en medios digitales, el morro del avión quedó empotrado en la pared de una casa, la cola clavada en el suelo y recostada al mismo tiempo sobre la azotea de otra vivienda, y otras partes del fuselaje esparcidas en plena zona habitada.
«Los fragmentos de los cadáveres están esparcidos por todo el perímetro», describió el dantesco panorama el viceprimer ministro kirguís, Mujammetkaliy Abulgazíyev, en declaraciones a los periodistas que se desplazaron a la localidad anexa al aeropuerto Manas de Biskek.
El ministro de Situaciones de Emergencias, Kubatbek Borónov, confirmó la muerte de 32 personas, incluidos los cuatro tripulantes, mientras que su colega de Sanidad, Talantbek Batiralíyev, dijo que se han hallado fragmentos de otros nueve cadáveres, por lo que el número de víctimas del siniestro podría acercarse a cuarenta.
«En el lugar del siniestro se han encontrado fragmentos de cuerpos de otros nueve fallecidos», dijo Batiralíyev en unas confusas declaraciones recogidas por la prensa.
Un portavoz de los servicios de emergencias ha precisado que entre los 32 muertos confirmados hay trece niños, nueve mujeres y diez hombres.
Al menos otras doce personas, entre ellos seis menores de edad, han resultado heridas en el accidente y han sido trasladadas a distintos hospitales de Biskek, según los últimos datos oficiales.
Borónov explicó que el Boeing turco destruyó más de la mitad de todas las casas del pueblo.
Los servicios de rescate ya han localizado una de las dos cajas negras del avión, según confirmó Chinguís Esengúlov, el portavoz del primer ministro kirguís, Sooronbay Zheenbékov.
El Boeing 747-400 de ACT, que cubría la ruta entre Hong Kong y Estambul con escala para repostar combustible en Biskek, destruyó al menos 23 viviendas al caer al suelo sobre las 07.17 hora local (01.17 GMT), a menos de 300 metros de la pista de aterrizaje en la que debía tomar tierra.
El Comité de Aviación Interestatal ya ha formado una comisión de investigación que volará hoy mismo a Biskek para esclarecer las causas de la tragedia.
Por el momento se desconocen las circunstancias del accidente, aunque las autoridades ya han descartado un atentado terrorista y han apuntado a un fallo humano como la causa más probable.
«Según datos preliminares, la versión de un atentado terrorista se descarta. Lo más probable es que el siniestro se deba a un fallo de pilotaje», señaló Abulgazíyev.
Una fuente en el aeropuerto Manas citada por la agencia rusa Interfax explicó que los pilotos no fueron capaces de dirigir el aparato hacia la pista de aterrizaje por la densa niebla que cubría el aeródromo en el momento del siniestro.
Más de mil operarios, entre servicios de rescate, policías, militares y personal del aeropuerto, trabajan en el lugar del siniestro.
El presidente de Kirguizistán, Almazbek Atambáyev, ha decretado luto oficial para mañana, 17 de enero, en todo el territorio de la antigua república soviética.
El canal de la televisión estatal KTRK ya ha retirado de la parrilla todos los programas de entretenimiento, mientras que grupos de activistas han iniciado en las redes sociales una campaña para recoger dinero, medicamentos, ropa y comida para los damnificados en el siniestro.