Emigrar no solo significa dejar el país de origen, sino también alejarse de sus costumbres, de su gente y de su pasado. La decisión de buscar nuevos rumbos afecta tanto al viajero como a sus seres queridos, quienes aspiran lo mejor para los suyos.
Para un padre las emociones son un poco más complejas. Luis Manuel Palis lo define con dos palabras: sentimientos encontrados. Por un lado, está la felicidad de que “van a tener oportunidades que aquí se le han negado”, pero también está presente la tristeza por la distancia.
El abogado de 49 años de edad y padre de dos hijas, contó a El Nacional Web la experiencia de tener que despedirse de sus “cachorras” de 14 y 15 años de edad, quienes en el pasado agosto se mudaron a Florida, Estados Unidos, con su madre.
“Fue mejor de lo que pensé porque tuve un año de preparación para separarme de ellas. Venía haciendo un trabajo psicológico (…) no quise llorar ni mostrar tristeza porque el mensaje es que ellas van a tener un mejor futuro. Al lugar que vayan, estarán mejor que aquí. Demostrarles tristeza no era mi intención, sino darles coraje, darles fuerzas para que pudieran emprender su viaje”.
Los detonantes
Palis relató que los dos grandes factores considerados a la hora de decidir el futuro de sus hijas fueron la inseguridad y el gobierno venezolano de turno, al que calificó de “régimen comunista”.
Al no superar los 16 años, las hermanas Palis se encuentran en una edad en la que “están empezando a ir a fiestas”, hecho que considera “un riesgo permanente” por tener que llevarlas y buscarlas en las noches.
“Por más que uno no quiera sacarse el ticket, llega un momento en el que te lo vas a ganar. Los índices de inseguridad son tan altos que si sales mucho, más riesgo corres. En algún momento, por estadística, te va a tocar”, sostuvo.
“Debido al régimen comunista que quiere acabar con la iniciativa privada (…) la gente joven no tiene oportunidades de trabajo, de mejorar, de superarse en la vida, como en cualquier país del mundo. Para mis hijas, quedarse aquí si esto no cambia, significaba estancarse y nunca superarse”.
«Por lo menos les puedo ver las caritas»
“A medida que pasa el tiempo se va haciendo más duro, porque ahí es cuando sientes la distancia y la separación. Cada mes que pasa uno se siente un poco peor”, afirma Palis.
Sin embargo, su nostalgia la «maquilla» hablando todos los días con sus hijas mediante Facetime, la aplicación de videollamadas de Apple Inc. «Por lo menos les puedo ver las caritas, puedo verlas a los ojos”.
Visión a futuro
El padre entiende que un aspecto que impactará en sus hijas en Estados Unidos es el cambio cultural porque, de acuerdo con Palis, es “una cultura de trabajo, de superación y de esfuerzo que han tratado de satanizar». Sin embargo, espera que sus hijas no pierdan el arraigo con su patria y visiten permanentemente Venezuela.
“Ellas van a ser leonas de dos mundos. Tienen sus raíces y su cultura venezolana, y van a seguir en contacto con este país, pero también tendrán una influencia de la cultura americana. Creo que van a ser seres humanos súper especiales porque van a tener lo mejor de las dos culturas”.
Palin asegura que todos los días trabaja por una mejor Venezuela, por un cambio político y social para que la nación sea la misma de antes: un lugar con oportunidades en el que cualquiera se puede superar y puede estar en la calle sin temor.
Lea la entrevista completa en El Nacional.