Por: Nitu Pérez Osuna
Este viernes 29 de noviembre, Humberto Calderón Berti, quien hasta el 26 del mismo mes fue el encargado de las relaciones de Venezuela con Colombia, ofreció una rueda de prensa en respuesta a su abrupta destitución. La misma constituyó -sin buscarlo- uno de los aportes políticos más importantes de estos meses del interinato de Juan Guaidó, porque señaló una hoja de ruta para lograr el cambio de gobierno en Venezuela.
Tres fallas graves del gobierno interino quedaron en evidencia durante el encuentro:
Primero, Guaidó no ejerce autónomamente el cargo de presidente, sino que sigue instrucciones de terceros, quienes además no son lo más idóneos.
Segundo, el gobierno interino no es realmente democrático, puesto que no existe deliberación interna. Así se desprende de la confesión de Calderón Berti al señalar que “tenía al menos 5 meses sin hablar con el encargado” y dijo más; es un cogollo, unos cuantos dirigentes partidistas quienes ejercen la autoridad de manera arbitraria e inconsulta.
Y tercero, la corrupción carcome al entorno de Guaidó. Para ilustrar su tesis, el destituido mencionó los casos del “Cucutazo”, y “Monómeros” colombo-venezolano, siendo el ejemplo más grave de corrupción lo que Calderón Berti calificó como la “Hazaña militar del Puente de Altamira”, refiriéndose a la supuesta sublevación dirigida por Leopoldo López y Juan Guaidó el pasado 30 de abril, de la cual los involucrados, aún no nos ofrecen su versión.
Tal como denunció el diplomático norteamericano Elliott Abrams, los dirigentes de esta “Hazaña”, conspiraron con funcionarios del régimen de Maduro, para establecer un gobierno de cohabitación con Guaidó en la presidencia, Vladimir Padrino López en Defensa y Maikel Moreno al frente del Tribunal Supremo de Justicia espurio. Siendo el intermediario de dicha conspiración Raúl Gorrín, hoy incluido por el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de los Estados Unidos, en su lista de personas más buscadas, acusado de lavado de dinero y corrupción.
Estos vínculos oscuros entre el régimen y la oposición es lo que explica lo denunciado por Calderón Berti en la mencionada rueda de prensa: “Hay que hablar abiertamente, no hay que decirle a la gente que salga a la calle y por debajo de la mesa hablar con el régimen”, afirmó. Sobre todo si consideramos que cuando la gente sale a la calle, es asesinada vilmente por funcionarios del régimen.
Las cosas hay que decirlas claramente, no más silencios. Este régimen no ha caído porque algunos dirigentes no quieren, pareciera que existen para ellos intereses tan lucrativos, que hay que dejar que la pesadilla continúe, claro está, para el resto de los venezolanos. Y es que este primero de diciembre, el portal ArmadoInfo ha publicado un artículo titulado “¿Necesita lavar su reputación? Se alquilan diputados para tal fin.” Toda una red de parlamentarios “opositores” que emiten ante organismos extranjeros, cartas de “buena conducta” a favor de los involucrados en oscuras negociaciones para que no sean sancionados y/o sean absueltos de sus delitos.
¿Cómo puede haber un cese de la usurpación sin el cese de la corrupción? De haber buscado, querido un cambio de gobierno, habrían actuado como la dirigencia opositora en Bolivia.
¡Basta de atacar a quienes buscamos la verdad! Es inaceptable que nos llamen “radicales” y “divisionistas”, cuando son ellos quienes dividen al dialogar con quienes nos amenazan, persiguen y asesinan, además de hacer negocios con boliburgueses y bolichicos.
El cambio vendrá, como planteó Calderón Berti, cuando la transición esté dirigida por los mejores hombres y mujeres del país, y no mientras esté manejada por una secta, que solo busca una rebatiña para beneficio de ellos y sus partidos.
@NituPerez