Debo comenzar diciendo que cada vez que veo un capítulo de Los Simpson, cuando aparece Homero, en seguida me viene a la mente Nicolás. Lo mismo me pasa, cuando veo a Nicolás, pero al revés: Me parece estar viendo a Homero con su barrigota poniendo la mega torta. No sé cómo a nadie se le ha ocurrido hacer unas comiquitas al respecto. ¿Será que los Simpson dan risa y los Maduro dan pena ajena? Pues no. Los Simpson también dan pena ajena y no solo es eso.

 

Hay similitudes entre ambas familias, como arroz. Los vecinos de ambas familias, no quieren ni saber de ellos. Homero -cada vez que hace algo- destruye el patio del vecino. Este barrigón amorfo (sigo hablando de Homero, ojo) cada vez que habla deja a todos con la boca abierta. Su latiguillo de  “Auuu” “Ouch” cuando no sabe qué sigue es como ver a Nicolás diciendo “libros y libras” y cosas parecidas sin fundamento.

 

No contento con esto, está la esposa de Homero, Marge.  Si la serie la hiciéramos en Venezuela, bien pusiera llamarse “Cili”. Ella en la serie (la de los Simpsons) sólo baila al son que le toque Homero, pues sabe que su esposo no tiene muchas neuronas que se diga. Lo acepta, porque como diríamos en lenguaje criollo: Eso es lo que hay. (Aquí ya no sé si estoy hablando de los Simpson o de los otros…ustedes escojan)

 

Otra de las similitudes que existen entre ambas comedias (perdón, entre ambas familias) es que nadie sabe dónde viven. Los Simpson viven en una ciudad llamada Springfield, pero está el pequeño detalle que hay ciudades llamadas Springfield en todos los estados de la nación americana. Los Maduro viven -según dijo Nicolás-en un apartamento de la Misión Vivienda, pero no se sabe cuál.

 

Luego está el jefe de Homero (Mr. Burns) que es más malo que Raúl Castro, que no hay para qué decir que es el jefe de Nicolás, aunque ya lo dije.

 

Siguiendo con las similitudes, Homero trabaja en una planta nuclear, sin saber ni un átomo de lo que es un protón ni un neutrón. Nicolás no dudó ni un “milímetro de segundo” para conocer al difunto. Ambos trabajan en posiciones sumamente complicadas, siendo un peligro latente para todo el que los rodea.

Después tenemos a los hijos. Bart, es peor que su papá y todos lo saben. Malandro y pendenciero y que ya se sabe, no tienen ni tendrá compostura.

 

En el caso nuestro podemos decir: Al que Dios no le dio hijos, el diablo les dio sobrinos. Creo que no necesito comentar nada al respecto, ¿no?

 

Total, que la pobre ciudad de Springfield, en la serie norteamericana -que casualmente lleva 18 años al aire-  corre con la angustia de tener a estos personajes que donde ponen el pie, meten la pata.

 

A la que no conseguimos darle un parecido con ninguno de los nuestros, es a la niña Lisa, quien siempre tiene pensamientos de gran profundidad como aquel pensamiento de nuestra Iris Varela, cuando dijo que nuestros presos no deberían llamarse presos sino “privados de libertad”. Eso es demasiado para analizar.

 

Y por último, nos queda la hermosa bebé Simpson, la adorable Maggie que no habla, pero vive pegada al chupón… y como chupa…. ¿Alguna otra coincidencia? NO se pierdan el próximo capítulo de…  Los Siiiimpsonnnnnn…