“Era una hojarasca revuelta, alborotada, formada por los desperdicios humanos y materiales de los otros pueblos; rastrojos de una guerra civil que cada vez parecía más remota e inverosímil. La hojarasca era implacable. Todo lo contaminaba de su revuelto olor multitudinario, olor de secreción a flor de piel y de recóndita muerte. En menos de un año arrojó sobre el pueblo los escombros de numerosas catástrofes anteriores a ella misma, esparció en las calles su confusa carga de desperdicios. Y esos desperdicios, precipitadamente, al compás atolondrado e imprevisto de la tormenta, se iban seleccionando, individualizándose, hasta convertir lo que fue un callejón con un río en un extremo un corral para los muertos en el otro, en un pueblo diferente y complicado, hecho con los desperdicios de los otros pueblos.”
Así comienza la extraordinaria novela “La Hojarasca” de Gabriel García Márquez, escrita entre 1950-1951 y publicada en 1955, donde por primera vez conocimos de Macondo, un pueblo que se nos presenta “no como un lugar sino como un estado de ánimo” según lo afirmara el propio autor.
La Venezuela de hoy es Macondo donde la vida es regida por quien ya no está y donde todos estamos secuestrados por quien no es de aquí. Vivimos un realismo mágico: El régimen se empeña en vendernos cosas irreales, inexistentes como: abastecimiento de alimentos y medicinas cuando la escasez de todo es lo que abunda. Paz y amor cuando lo que existe es guerra, violencia, angustias, temores y traiciones. Un país en progreso y bienestar, cuando hay desempleo y pobreza. Estabilidad económica siendo que este martes el dólar llegó a más de 45 millones de Bs. de los de antes (no se nos olvide la eliminación de los tres ceros), el país está quebrado y la gente escarba en la basura para alimentarse de los desperdicios. Pero resulta que para muchos (sobre todo los políticos que viven en su fantasía electoral ) esta crisis de hoy, desconocida y jamás imaginada por quienes vivimos la época de la democracia y sus gobiernos civiles, nos resulta extraña sobre todo porque habitamos “el país con las mayores reservas de petróleo del mundo” que de nada nos sirve… y lo insólito se nos convirtió en cotidiano.
Es normal ahora, hablar de como un producto cualquiera -si lo encuentra- vale 100, 300 o 500 por ciento mas que ayer y mañana costará el doble de hoy. Hay que ponerse el refuerzo o la vacuna contra la difteria, enfermedad que ni los médicos jóvenes diagnostican a tiempo porque la desconocen, no la estudiaron ya que había sido eliminada hace más de 25 años en el país. Hay que tener velas y fósforos a la mano, porque es más el tiempo sin electricidad que con ella. Tenemos que hervir el agua porque, cuando llega, está contaminada. Volvió el trueque “te doy un kilo de azúcar y tu me das uno de harina” y ahora, para rematar nuestra cotidianidad, en los bancos no hay efectivo. Es tanto el desmadre en este país, que para salir de la cárcel tienes que ser candidato a algo, inscrito desde el reclusorio con una tarjeta de un partido ajeno. Y a los periodistas, lo secuestran organismos de “seguridad” para caerle a palos y que se calle la boca “porque te comiste la luz”…pero eso no es noticia para medios convencionales…solo lo es para quienes ejercemos, con miedo o superándolo, tan hermosa y actualmente riesgosa profesión u oficio.
Este realismo mágico es tal, que mientras el presidente de Argentina, Mauricio Macri expresó este martes que “Venezuela ha dejado de ser una preocupación y se ha transformado en un dolor para toda la región .. no vemos la salida, la gente está abandonando el país, creo que esto es parte del plan de Nicolás Mauro…” El criollo Partido Acción Democrática, no comparte la preocupación del continente y en reunión de MAELECAD (Maquinaria Electoral de AD) ha lanzado desde ya a su Secretario General Henry Ramos Allup, como candidato a la presidencia de la república contra Nicolás Maduro, el mismo indocumentado, el dictador que abandonó el cargo según declaratoria del parlamento del cual forma parte Ramos, pero a quien llaman presidente y con quien se quiere medir en las elecciones del año que viene (desconocemos si en marzo, abril, agosto o diciembre) con el mismo organismo electoral declarado fraudulento y convocadas por la constituyente cubana desconocida por propios y extraños.
Y así termina La Hojarasca cuando el hijo de Isabel de 11 años habla con su madre y le pregunta ¿lo oyes? ¿al alcaraván? si, deben ser las tres, le responde ella. Ada me ha dicho que los alcaravanes cantan cuando sienten olor a muerto, reflexiona el niño “Ahora sentirán el olor. Ahora todos los alcaravanes se pondrán a cantar”
La tolerancia de un pueblo tiene límite… la traición nunca se olvida y el poder inexorablemente acaba.