El jardinero derecho Eddie Rosario impulsó la carrera que anotó Carlos Correa en la parte baja de la undécima entrada y le dio a la selección de Puerto Rico el triunfo por 4-3 ante Holanda en la primera semifinal del Clásico Mundial de Béisbol que se disputó la noche de este lunes en el Dodger Stadium de Los Angeles.
La victoria permite a Puerto Rico seguir invicto en el torneo (7-0) y llegar por segunda vez consecutiva a la gran final que disputará el miércoles con el ganador de la segunda semifinal que disputarán las selecciones Estados Unidos (4-2) y Japón (6-0).
La carrera de oro de Puerto Rico no llegó hasta después de cuatro horas y 19 minutos de acción, plena de emoción y suspense, que se rompió a favor de la novena de la Isla del Encanto porque volvió a jugar un béisbol de libro.
Todos los peloteros de Puerto Rico que estuvieron en el diamante lucieron a lo grande, pero fue Rosario, que se había ido de 4-0, el que pegó el elevado de sacrificio por el jardín central que permitió a Correa, golpeado por el relevista Loek Van Mil, el que corriese enloquecido de felicidad desde la tercera base para pisar la goma y comenzar una celebración apoteósica de los peloteros boricuas.
Después de haber trabajo en el montículo el abridor Jorge López y cinco relevistas, el joven lanzallamas Edwin Díaz, que fue el último en llegar al montículo, sacó los seis últimos «outs» del partido y fue el que se llevó la victoria.
Díaz (1-0) hizo un trabajo excepcional al dar una base por bolas y sacar tres ponches después de realizar 25 lanzamientos y poner 14 en la zona del «strike».
El bateo oportuno y ganador lo encabezó Correa que se fue de 4-2 con par de carreras anotadas e impulsadas y el torpedero Francisco Lindor también brilló con tres imparables en cinco turnos al bate para pisar una vez la registradora.
Mientras que la derrota se la quedó Van Mil (0-1), que también fue el quinto relevista que utilizó Holanda, y en la entrada y dos tercios de trabajo, permitió un imparable, una carrera limpia, dio una base por bolas y sacó un ponche.
La igualdad reflejada en el marcador se dio de principio a fin del partido cuando el jardinero derecho Wladimir Balentien sorprendió a López con bambinazo de dos carreras –estaba en circulación el tercera base de los Medias Rojas de Boston, Xander Bogaerts–, y puso la pizarra 2-0 a favor de Holanda nada más iniciarse las acciones.
Pero en la parte baja, Puerto Rico con sus jóvenes talentos, el torpedero Lindor y Correa respondieron con doblete y cuadrangular que permitió a la novena de la Isla del Encanto poner el empate a 2-2 en la pizarra ante el delirio de los seguidores boricuas que se encontraban entre los 24.865 espectadores que asistieron al partido.
Que fue mayor cuando del primera base T.J.Rivera, de los Mets de Nueva York, en la segunda también se volaba la barda por lo profundo del jardín izquierdo con bambinazo solitario contra el abridor Rick VandenHurk y le daba a Puerto Rico la ventaja parcial de 3-2.
Pero Holanda mantenía un gran pitcheo desde el montículo con Jair Jurrjens y apagaron el fuego, mientras que esperaron a la parte alta de la quinta entrada para fabricar la carrera del empate a 3-3.
El receptor de Aruba, Shawn Zarraga, pegó doble profundo entre el jardín izquierdo y el central que permitió a su compañero Balentien llegar hasta la registradora.
Todo estaba igual después de cinco intensas entradas en las que los dos equipos pusieron un excelente pitcheo y gran defensa para silenciar a las respectivas ofensivas.
Puerto Rico, con el relevista Joseph Colón en el montículo, hizo una doble matanza de libro en la parte alta de la novena entrada e impidió que Holanda, después que Simmons se puso en primera al pegar sencillo y un «out» en la pizarra, pudiese hacerles daño.
Tampoco los bateadores boricuas descifraron los lanzamientos que les envió el relevista Kenley Jansen y sacó los tres últimos «outs» de la novena entrada a ritmo de conga.
El marcador registraba igualdad en todo con 3-3 y 11 imparables pegados por cada uno de los equipos.
Mientras que al montículo en la parte alta de la décima entrada salía Díaz, quinto relevista utilizado por Puerto Rico, para comenzar con seguridad y confianza el tiempo de extra innings.
El piloto de Puerto Rico, Edwin Rodríguez, acertó, Díaz estuvo intratable y con su recta retiró de forma consecutiva a los tres bateadores holandeses a los que se enfrentó.
Holanda también hizo movimiento en el bullpen y el piloto Hensley Meulens le quitó la pelota a Jansen y se la dio a Van Mil, que fue el quinto relevista que salió del bullpen del equipo europeo.
Van Mil no comenzó bien al ceder imparable de Lindor, pero la defensa de Holanda se encargó de conjurar el peligro al hacer también una doble matanza con rola por tierra de Correa.
Lo mismo lo sucedió a Díaz en la parte baja cuando golpeó a Balentien y a Jonathan Schoop y con elevado de sacrificio Holanda puso a sus corredores en tercera y segunda base con un «out» en la pizarra.
Puerto Rico hizo de nuevo una doble-matanza salvadora, que sería la decisiva, porque luego llegó fabricación de la cuarta y definitiva carrera que los puso por segunda vez consecutiva en la gran final del Clásico y en la historia mundial del béisbol.