En el Día Internacional de la Mujer, cada 8 de marzo, las mujeres de todos los continentes, a menudo separadas por fronteras y diferencias, se unen para conmemorar su día, una tradición de más de un siglo de lucha por la igualdad, la justicia, la paz y el desarrollo.
Esta jornada una ocasión para reconocer la lucha de todas esas mujeres que han defendido la equidad de género y la igualdad de oportunidades a lo largo de las décadas, un llamado a reflexionar sobre las lecciones que nos ha dejado la historia y sumar esfuerzos por el empoderamiento de niñas y mujeres.
Para este miércoles se han convocado huelgas, marchas y movilizaciones de protesta en numerosos países de todo el mundo para reivindicar derechos de la mujer haciendo hincapié en uno de los problemas más grave que afrontan, la violencia de género, reseña Diario Las Américas.
Entre las reivindicaciones que se escucharán se encuentra la igualdad de oportunidades laborales y de salarios, el acceso a políticas de salud reproductiva y sexual y la despenalización del aborto, así como el fin de los feminicidios y la violencia contra las mujeres.
Sin embargo, el tema de 2017 para el Día Internacional de la Mujer es «Las mujeres en un mundo laboral en transformación: hacia un planeta 50-50 en 2030».
El mundo laboral está en transformación, con implicaciones significativas para las mujeres. Por un lado, la globalización y la revolución digital y tecnológica crean nuevas oportunidades, al tiempo que la creciente informalidad en el trabajo, la inestabilidad en las fuentes de ingreso, nuevas políticas fiscales y comerciales y el impacto ambiental ejercen un papel decisivo en el empoderamiento económico de las mujeres, así lo indica la ONU.
En ocasión de este día, Phumzile Mlambo-Ngcuka, Directora Ejecutiva de ONU Mujeres, compartió un mensaje:
En todo el mundo, demasiadas mujeres y niñas dedican un número excesivo de horas a las responsabilidades del hogar; habitualmente, destinan a estas tareas más del doble de tiempo que los hombres y los niños. Ellas cuidan a sus hermanas y hermanos más jóvenes, a sus familiares ancianos, a las enfermas y los enfermos de la familia, y realizan las labores del hogar. En muchos casos, esta división desigual del trabajo tiene lugar a expensas del aprendizaje de las mujeres y las niñas, y de sus posibilidades de obtener un trabajo remunerado, hacer deporte o desempeñarse como líderes cívicas o comunitarias. Esto determina los patrones de desventajas y ventajas relativas, la posición de las mujeres y los hombres en la economía, sus aptitudes y lugares de trabajo.
Queremos construir un mundo del trabajo distinto para las mujeres. A medida que crecen, las niñas deben tener la posibilidad de acceder a una amplia variedad de carreras, y se las debe alentar a realizar elecciones que las lleven más allá de las opciones tradicionales, en las áreas de servicio y atención, y les permitan conseguir empleos en la industria, el arte, la función pública, la agricultura moderna y la ciencia.
Las mujeres y las niñas deben estar preparadas para formar parte de la revolución digital. Actualmente, sólo el 18% de los títulos de grado en ciencias de la computación corresponden a mujeres. En todo el mundo se necesita un cambio significativo en la educación de las niñas, que tendrán que cursar las asignaturas troncales (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas) si han de competir con éxito por los «nuevos empleos» bien remunerados. En la actualidad, las mujeres representan únicamente el 25% de la fuerza laboral de la industria digital.
Para lograr la igualdad en el lugar de trabajo será preciso ampliar las oportunidades de empleo y de trabajo decente. A tal fin, los gobiernos deberán realizar esfuerzos concertados para promover la participación de las mujeres en la vida económica; los colectivos importantes, como los sindicatos, tendrán que prestar su apoyo; y se deberá dar cabida a la voz de las propias mujeres para generar soluciones que permitan superar las barreras actuales a la participación de las mujeres. Hay mucho en juego: si se logra avanzar en la igualdad de género, podría darse un impulso al PIB mundial de 12 billones de dólares de los Estados Unidos de aquí a 2025.
También es preciso actuar con determinación para eliminar la discriminación que las mujeres encuentran en múltiples frentes, que convergen más allá del tema del género: la orientación sexual, la discapacidad, la edad avanzada y la raza. Estos factores contribuyen a la desigualdad salarial: la brecha salarial de género es, en promedio, del 23%, pero se eleva al 40% en el caso de las mujeres afroamericanas en los Estados Unidos. En la Unión Europea, las mujeres de edad avanzada tienen un 37% más de probabilidades de vivir en la pobreza que los hombres del mismo rango de edad.
Para hacer frente a las injusticias se necesita resolución y flexibilidad por parte de quienes emplean tanto del sector público como del privado. Será preciso ofrecer incentivos para contratar y retener a las trabajadoras; por ejemplo, una ampliación de las prestaciones por maternidad para las mujeres con objeto de apoyar también su reincorporación al trabajo, la adopción de los Principios para el empoderamiento de las mujeres y la representación directa en los niveles de toma de decisiones. Junto con esto, se necesitan cambios importantes en las prestaciones para los padres recientes, además de cambios culturales que hagan de la aceptación de la licencia de paternidad una opción viable y, por lo tanto, un beneficio real para toda la familia.
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Con información de la ONU.