El chavismo ordenó la liberación de una segunda tanda de presos políticos, tras un primer grupo el día anterior, en el que de los 39 personas citadas por el Tribunal Supremo solo 16 eran verdaderos prisioneros políticos. Según lo anunciado por su portavoz, el ministro Jorge Rodríguez, se espera que otras 40 personas, sean beneficiadas en este segundo grupo.

Varios de los presos más emblemáticos fueron también trasladados a Cancillería donde Delcy Rodríguez, presidenta de la Constituyente y de la Comisión de la Verdad, insistió en que se trata de una orden directa de Maduro, «esperando que llegue a lo mas profundo de los corazones de los venezolanos».

El fiscal Tarek William Saab confirmó que la semana que viene continuarán las excarcelaciones. Entre los nuevos liberados, 40 según el gobierno en una lista sin contrastar por medios independientes, están presos tan conocidos como el diputado Gilber Caro, el cual fue liberado el domingo a primera hora a diferencia del resto, detenido hace 17 meses pese a poseer inmunidad parlamentaria; Raúl Emilio Baduel, hijo del general Baduel, también apresado y pese a sus abogados ya contar con la boleta de excarcelación, aun no se ha cumplido. Alexander Tirado, condenado al igual que raúl Baduel, a ocho años de cárcel por manifestarse con un altavoz; Wilmer Azuje, diputado regional por Barinas, cuya foto encadenado a una reja dio la vuelta al mundo y cuyo principal delito fue denunciar la corrupción de la familia Chávez.
Sentados frente a sus carceleros, sin inmutarse, también se encontraban el hermano del parlamentario José Manuel Olivares; Rolman Rojas, coordinador regional de VP y Renzo Prieto, activista que salió elegido diputado suplente en las elecciones parlamentarios de 2015, pero a quien jamás permitieron integrarse a la Asamblea Nacional.

Abogados y familiares reaccionaron con algarabía tras comprobar que entre los elegidos en la segunda tanda estaba Gregory Sanabria, golpeado brutalmente en el Helicoide, sede del Servicio Bolivariano de Inteligencia (Sebin), lo que provocó el motín de mayo. El joven sufre fractura de cráneo y debe ser operado con urgencia. Otro joven, el concejal José Vicente García, recuperará la libertad pese a que un juez había ordenado su libertad hace 17 meses.

Caso especial es el de Roberto Picón, experto electoral de la Unidad Democrática, quien fue detenido el año pasado para dificultar las aspiraciones de la oposición, pero quien ya contaba con libertad condicional. Después de esperar meses y años la libertad acusados de forma injusta, los presos políticos fueron obligados a escuchar un largo monólogo que les acusaba de crímenes nunca realizados y que incluso les hacía corresponsables de futuros y supuestos bombardeos.

Cada uno de ellos y el resto de compañeros han sufrido la impunidad del chavismo, con denuncias constantes de torturas, abusos y arbitrariedad y, sobre todo, el encarcelamiento por sus ideas políticas y por el ejercicio del derecho a la protesta, reconocido por la Constitución. «Con estas liberaciones pretenden que se olviden las atrocidades cometidas», denunció Pedro Troconis, magistrado del Supremo en el exilio.»No olvidar el efecto puerta giratoria denunciado por el Foro Penal. Los precedentes demuestran que tras la liberación de unos presos, otros son encarcelados. La cantidad usualmente vuelve a igualarse o incluso incrementa rápidamente», denunció Nizar El Fakih, director de la organización Pro Iuris.

Todos los liberados se hacían ayer las mismas cábalas, la misma pregunta: ¿Por qué ahora? Como suele pasar en Venezuela, cada uno encontraba su propia respuesta, pero si más allá de las arengas apocalípticas escuchadas ayer hubieran leído lo que Delcy Rodríguez destacó en sus redes sociales hubieran comprendido mejor la táctica revolucionaria para afianzar su posición política, debilitada internacionalmente tras unas elecciones desconocidas por casi todos.La presidenta de la Constituyente salió en defensa de su jefe político, acusado de blandengue desde los ámbitos más radicales del chavismo. «La liberación de las personas es algo ya estudiado y pensado, es una jugada. Piensen», retuiteó la excanciller. Una jugada estratégica basada en repetir hasta la saciedad las palabras diálogo y reconciliación hasta convertirlas en un mantra, con el fin de reducir la presión internacional y ganar tiempo así para evitar nuevas sanciones.

Con información del diario El Mundo.