Caracas, 8 abr (EFE).- En plena crisis de producción de petróleo en Venezuela, con los precios por los suelos y la distribución comprometida por la deuda y las sanciones, el presidente Nicolás Maduro apela al crudo como un maná con el que obtener las vacunas contra la covid-19 que reclama el país.

Los planes de inmunización se han ido retrasando, al no poder adquirir las vacunas necesarias y prometidas por el mandatario o negarse a recibir la de AstraZeneca por los riesgo que, según el Gobierno, conlleva su aplicación, mientras acepta participar en ensayos de fármacos cubanos.

Con este golpe de timón, Maduro busca un giro copernicano usando como base el poco petróleo del que dispone, mientras la segunda ola de covid-19 empeora día a día y amenaza con llevar el débil sistema hospitalario al colapso total. Estas son algunas claves que permiten atisbar la viabilidad del plan.

1.- UNA PROPUESTA INESPERADA

Con el mundo avanzando en la vacunación, Venezuela solo ha recibido 250.000 dosis de Sputnik-V y 500.000 de la china Sinopharm, si bien no ha publicado datos oficiales de cuántas de ellas ha inoculado ya.

Frente a esa situación y las dificultades de Venezuela de acceder a parte de sus recursos, bloqueados por las sanciones, el mandatario lanzó una apuesta arriesgada que, no por obvia, fue inesperada.

«La he aprobado (la propuesta) el día de hoy, dedicar petróleo por vacunas (…) dedicaría una parte de su producción para garantizar todas las vacunas que necesita Venezuela, petróleo por vacunas», dijo el pasado 29 de marzo.

2.- UNA PRODUCCIÓN QUE CAE EN BARRENA

El pasado 12 de enero, en su mensaje anual, el jefe de Estado afirmó que el bombeo de la petrolera estatal Pdvsa cayó un 69 % entre 2015 y 2019, un fenómeno que llevó al país a perder ingresos de unos 102.500 millones de dólares.

Entonces, el mandatario presentó una gráfica en la que se aseguraba que en marzo de 2015 Venezuela producía 2.817.000 barriles de petróleo por día.

Por otra, el vicepresidente y ministro de Petróleo, Tareck El Aissami, explicó el pasado 19 de febrero que Venezuela produjo en 2020 una media de 400.000 barriles diarios, lo que ubica al país tradicionalmente considerado como «petrolero» por debajo incluso de su vecina Colombia, que extrajo casi 700.000 barriles por día.

3.- LOS COMPROMISOS DE DEUDA

La deuda no ha parado de crecer hasta el punto de que, el pasado septiembre, Venezuela propuso a los tenedores de bonos de la república y de las empresas estatales Pdvsa y Electricidad de Caracas interrumpir los pagos de intereses y capitales, aludiendo a problemas para hacer frente a los compromisos por las sanciones económicas impuestas por EE.UU.

Para saldar parte de la deuda contraída, Venezuela ha adquirido distintos compromisos con China, Rusia, India, Cuba y Petrocaribe, una alianza que incluye a varios países del Caribe, que son cumplidos con envíos de crudo.

Parte de la producción está comprometida con esas naciones, entre ellas, los dos que han enviado ya vacunas a Venezuela: China y Rusia.

4.- DE CALENDARIO EN CALENDARIO

Inicialmente, el Gobierno aseguró que a partir de abril comenzaría la vacunación masiva, pero, comenzado ya el mes, y a falta de datos oficiales, se antoja imposible que este proceso haya comenzado al haber recibido solo 750.000 dosis, que inmunizarían a 375.000 personas en un país de 30 millones de habitantes.

Tras la apuesta por la Sputnik V, llegaron sin previo aviso las vacunas de Sinopharm. Posteriormente, fue aprobado el otro fármaco ruso (la EpiVac Corona) y, ahora, Maduro ha anunciado la llegada de dos fármacos cubanos en fase de pruebas, es decir, cuya eficacia se desconoce.

Entretanto, se ha negado a recibir vacunas de AstraZeneca, que Venezuela tenía asignadas como parte del mecanismo Covax, mientras aparece algo que, en otra ocasión, sería un as bajo la manga como el plan de «petróleo por vacunas». Con este panorama, se intuye complicado un nuevo calendario de vacunación masivo en los próximos meses.

5.- SILENCIO OFICIAL

No es extraño en Venezuela, pero sí llamativo en este caso. No existe información oficial acerca del avance de la vacunación, se desconoce cuántas dosis se aplicaron y a quién.

Frente a esa carencia de datos, se acumulan las denuncias de sanitarios que no las han recibido y otras que aseguran que se está desatando la corrupción en el reparto.

Mientras tanto, se desconoce cuánto ha pagado el Gobierno por las vacunas recibidas, cuándo llegarán las siguientes o qué sectores serán priorizados.

Gonzalo Domínguez Loeda