Por: Jonathan Cohen C./ Empresario

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Hace unos meses veía en Netflix una producción que destacaba la diferencia económica entre un hombre y una mujer y las razones por las que se da este comportamiento. Me pareció interesante, por lo que me inspiré a escribir un artículo que guarda relación con el tema, no solamente por lo que percibí en el programa, sino para también compartir mis observaciones y algunos consejos de empoderamiento, esperando que pueda, de alguna manera, contribuir con las damas que estén leyendo. De ser así, habré logrado mi objetivo con esta nota: compartir información con todas aquellas mujeres que desean trabajar y no lo están haciendo, que aspiren a una independencia económica y no lo están logrando, o que simplemente están en la búsqueda de un cambio de actividades diarias en su día a día.

Muchas son las mujeres que llegan a una fase en la que se casan y se convierten en madres.  Mientras se dedican a criar y educar a sus hijos, el hombre continúa trabajando. Esto les crea a ellas una brecha en su edad productiva (25 a 40 años promedio). Justamente es un período en donde ejecutivos escalan en las empresas y empresarios desarrollan negocios. Entretanto, la mujer está dedicando su tiempo al hogar y a la familia, y cuando ya tiene 50 años, el hombre lleva unos 25 trabajando sin parar. Él ya caló, llegó a su posición. Pero a esta mujer le toca empezar a los 35-40 años cuando ya los hijos han crecido y son más independientes. Ya sea buscando un empleo o auto empleándose. Por lo que, de cierta manera, queda “en desventaja” con respecto al hombre, que no tuvo que romper el ciclo para dar a luz, educar los hijos o cuidar su hogar.

A ellas les digo, no dejen dormir sus ideas, sus sueños, sus proyectos. Ustedes tienen una gran virtud:  son “multitasking”, por lo que se desenvuelven mejor que los hombres resolviendo múltiples tareas al mismo tiempo. Por ello vemos cómo mujeres logran ocupar altos cargos, llegan a ser CEO’s en grandes corporaciones y montan sus propias empresas exitosamente.

Para tener un negocio o una marca hoy día, no es necesario destinar gran cantidad de dinero al área de mercadeo. Tampoco se necesita toda una industria, fábrica o considerables inversiones. Muchas mujeres han logrado iniciar con tan solo crear una cuenta en plataformas como Instagram, Facebook, o bien, establecer una página web. En Internet también encuentras un sinnúmero de herramientas que ofrecen una solución completa. “Shopify”, por ejemplo, es un portal ideal para pequeños comerciantes que, entre otras ventajas, contiene todos los sistemas de pago, te pone a disposición los procesos de marketing que necesites, y permite promoverte a través de tus propias redes digitales.

Las redes sociales se han convertido en un creador de negocios, un impulsador de marcas, una forma de emprender con nuevos conceptos, en donde una mujer puede desde su hogar – incluso en su etapa de maternidad o ama de casa – desarrollar su propia línea de negocio. Son muchas las que se destacan como “influencers” consiguiendo vender carteras, pulseras, ropa, trajes de baño, etc. a través de estas.

Exploren la posibilidad de crear una marca/empresa/producto para generar sus propios ingresos y así no depender de sus parejas. Y en lo posible, reinviertan sus ganancias. Una buena sugerencia sería en el área inmobiliaria, por ejemplo, o logrando inversiones en donde el dinero te genere intereses, o bien comprando acciones en el mercado bursátil. Justo en este momento que vivimos hoy día, en que el mercado de valores ha sufrido un “crash” histórico, existen empresas sólidas que venden sus acciones a muy buen precio.   Asesórense, busquen consultoría profesional, específicamente en lo que a inversión de mercado bursátil se refiere. Hay buenos libros relacionado al tema, y uno que recomiendo es “Dinero” de Tony Robbins.

De manera que, no solo estás emprendiendo tu negocio mientras estás cuidando de tu familia y trabajando en un ingreso financiero independiente, sino que también puedas desarrollar otros a futuro. Y no olvides guardar, aunque sea, el 10% del dinero que ingresa, ya sea en una cuenta de ahorros o plazo fijo, que con sus intereses te permita reinvertir más adelante.

¡Pero ojo! Cuidado con los tiempos. Cuando la mujer lo deja toda, y dedica su vida a la casa, de pronto se da cuenta que “se le fue la vida”, y se pregunta, ¿qué hice? Las redes sociales pueden ser la solución. Empieza desde una temprana edad, de manera que ese negocio se vaya cultivando. Así, cuando los niños crezcan, tú tengas tu propio negocio. En otras palabras, busca tu camino.