Le escribo este artículo al Presidente Juan Carlos Varela como panameña extranjera con cédula de identidad PE-12.286 y madre de dos niñas, una de ellas nacida en esta bella tierra.  Tengo cédula de extranjera porque para el momento de mi nacimiento en junio de 1986, Panamá no estaba en condiciones seguras para recibirme.  Mis papás se montaron en un avión, mi madre con una barriga de 8 meses y medio, porque acá los hospitales estaban en caos.  La gente estaba protestando en la calle, ya que se vivía la cruel narco dictadura de Noriega.  Yo nací a los dos días de haber aterrizado en Venezuela, en un día de fiesta en la que anualmente se celebra la conquista de la Libertad.

La Democracia, señor Presidente, es la que le permitió a Usted acceder al cargo de servidor público en el que está.

A usted lo elegimos primeramente para ser garante de nuestros derechos humanos, comenzando por el de la Vida.

Los derechos a la comida, un techo, servicios básicos como luz, agua limpia, medicina, bienestar, seguridad, progreso económico y social, también son responsabilidad del gobierno electo.  En Venezuela, desde hace mucho tiempo estos derechos se violan a diario.  Usted lo puede ver claramente por la cantidad de gente que deja todo para salir del país y buscar una vida segura en el extranjero.  Vivir en el Exilio no es el ideal de ninguno de los tres millones de venezolanos que se encuentran fuera de su país.  Hoy Venezuela es el país más peligroso del mundo.  Desde el 2001 hasta el 2016 se suman 280,000 homicidios -para ponerlo en perspectiva, es como si le quitaran la vida a toda la población de San Miguelito.  En esta nueva jornada de protestas masivas van más de 50 asesinatos de jóvenes por exigir pacíficamente sus derechos más elementales y en lo que va del año van más de 5.000. Hoy hay cientos de presos políticos y en este momento se han ingresado más de 600 casos de tortura ante la Corte de la Haya. Uno de ellos el del “honorable” General Vivas. Su pecado fue hacer su trabajo y cumplir su promesa.  Negarse –como militar– a dispararle a su propio pueblo y denunciar el atentado a nuestra Democracia. El más reciente, la tortura de un niño de 11 años.

En Venezuela no hay un gobierno, señor Presidente, ¡hay una narcodictadura!  Esto no es algo que se resuelve dialogando entre el pueblo y los gobernantes. Esto se trata de detener el régimen de terror que amenaza y oprime. Se trata de llamarlo a nivel internacional, por su nombre. Hoy está en riesgo el país Venezuela, quien le tendió los brazos a los panameños cuando huían de la narcodictadura de Noriega.

Presidente Juan Carlos Varela, le pido que recapacite sobre su postura y pronunciamiento sobre lo que realmente ocurre en Venezuela.  Le pido que no siga llamando al narcodictador Maduro su “homólogo”, ya que fue destituído de su cargo por la elegida Asamblea Nacional el 9 de enero.  No podemos permitir que de aquí salgan las bolsas Clap que lejos de ser una contribución, son solo un arma más para tratar de comprar algunas consciencias, hiriendo más la dignidad de ese noble pueblo. Por los panameños, los venezolanos y por todas las personas que creen en la libertad, cambie su postura señor Presidente, para que coincida con la de la mayoría de los panameños deseosos de ver una Venezuela libre, democrática y justa.

Con todo respeto, le ruego que rectifique y se ponga del lado de la Justicia y de la Verdad.  No es tarde para decir y hacer lo que es humanamente correcto y así representar los verdaderos sentimientos de la mayoría de los panameños: empatía, solidaridad y rechazo hacia una narcodictadura, tragedia que conocieron en carne propia y que no olvidaremos. Llámelo por su nombre, señor Presidente, y no permita que su Gobierno se manche de complicidad. Nicolás no es su amigo, es un criminal. Apoye con su voz, nuestro arduo deseo de reconquistar la Libertad.