Foto: Reuters/Archivo.

El próximo sábado, el preso político venezolano Leopoldo López cumple tres años de cárcel por impulsar la protesta para lograr una salida democrática del poder del presidente Nicolás Maduro. Tres años de duro encierro no han doblegado el espíritu combativo del líder opositor, como demuestra en esta entrevista concedida a ABC, y realizada a través de pequeños trozos de papel que se le hicieron llegar a través de intermediarios hasta su celda de aislamiento en la cárcel militar de Ramo Verde (en las afueras de Caracas).  

– ¿Cuál es el balance de estos tres años de prisión?

-Hace tres años alzamos nuestra voz para desnudar a un régimen que, además de corrupto e ineficiente, se había convertido en una dictadura. Estaba convencido –y sigo estándolo– de que había que reaccionar y despertar conciencias y que debíamos iniciar una lucha que podía llevarnos un mes, dos meses, un año, dos o tres, pero que si no la comenzábamos, el cambio jamás llegaría.

– ¿Vale la pena tanto sacrificio?

-Por supuesto que sí. Lo que he hecho no tengo duda de que lo volvería a hacer. Presentarme ante una Justicia injusta representó otra oportunidad de afrontar la mentira, el abuso de poder y la necesidad de cambiar el sistema.

– ¿Qué lecciones ha aprendido de su encarcelamiento?

-Nelson Mandela dijo que no hay mejor defensor de los derechos humanos que aquellos a quienes les han sido violados sus propios derechos. Estar preso me ha acercado en carne propia a la descomposición de la Justicia que padecen miles de venezolanos. El retraso procesal, la manipulación política de jueces y fiscales que en su condición de funcionarios provisionales se les hace vulnerables, servidores de un sistema y no de la Justicia, son para mí mucho más que cifras y diagnósticos, representan una vivencia que me obliga a tener una responsabilidad moral y patriótica para cambiarlo.

– ¿Qué líderes históricos le han inspirado para soportar el encierro?

-En los testimonios de vida de muchos hombres y mujeres que sufrieron el encarcelamiento por sus ideales, como Mandela, Gandhi, Luther King, he conseguido la fortaleza para saber que esta experiencia por más dura que sea me ayudará a ser una mejor persona, un mejor líder, un mejor venezolano. Un líder debe ser capaz de inspirar a quienes como él persiguen un sueño. Porque con las duras circunstancias que vive el pueblo, comprendí que los cálculos políticos sobraban y que debía asumir un riesgo en favor de la libertad de Venezuela.

-Si el presidente Maduro anuló de un solo plumazo el referéndum revocatorio el año pasado ¿también podría hacer lo mismo con cualquier otra opción antes de 2018?

-En Venezuela no hay un sistema democrático. Afirma correctamente que fue anulado de un plumazo el revocatorio pero esto no lo hizo solo Maduro. Para lograr eso se necesita una operación coordinada de varios poderes públicos, todos secuestrados por el Ejecutivo: el Tribunal Supremo y el Consejo Nacional Electoral (CNE).

– ¿Venezuela es una dictadura de facto?

-Esa operación coordinada es un gran ejemplo de que en Venezuela también está en cuestión el segundo aspecto que nos permite contrastar si vivimos en democracia o en dictadura. Para una democracia no basta la celebración de elecciones; es necesaria la legitimidad del desempeño del poder manteniendo la vigencia de los principios de separación de poderes y la vigencia del Estado de Derecho. Es fundamental que prevalezca la autonomía de los poderes públicos y el compromiso de cada uno de éstos para con el resguardo y aplicación de la ley. Es lo que entendemos como Estado de Derecho. En Venezuela no existe frontera entre los poderes. Se borró la autonomía de éstos y se violenta la ley, normalmente con la finalidad de mantener en el poder a una cúpula corrupta e ineficiente que ha secuestrado el presente de los venezolanos.

– ¿El régimen chavista permitirá la celebración de elecciones?

-No. De la misma forma en que evitó el revocatorio está claro que tratará de evitar cualquier elección. El 23 de enero de 2014 dijimos que en Venezuela había una dictadura y que, por tanto, debíamos oponernos frontalmente a ella. Menos de un mes después fui encarcelado y luego juzgado por mis palabras, y constituyó un «delito» decir que «hay que salir a conquistar la democracia». Increíble pero cierto, ese fue un alegato de la Fiscalía aceptado y usado por la juez para condenarme.

– ¿Al régimen le da miedo medirse en unas elecciones porque las perdería?

-El mundo entero conoce la opacidad de las elecciones de 2013 y yo sigo sosteniendo que esa elección no la ganó Nicolás Maduro. Pero, además, durante más de 15 años una columna vertebral de la propaganda oficial fue el discurso electoral. «En Venezuela ha habido más de 18 procesos electorales en los últimos años», se insistía. Éramos un país muy democrático, según la verdad oficial, por el hecho de que tuvimos muchas elecciones. Pero lo cierto es que esas elecciones solo se daban cuando le favorecía al sistema. Y como ahora perdería cualquier elección, entonces la suspende.

– ¿Cuál es su principal adversario?

-Siempre he sido optimista y hoy he fortalecido esa condición. Incansablemente he dicho que nuestro peor adversario no es, ni mucho menos, Maduro ni la élite corrupta que lo acompaña. Nuestro peor adversario es la desesperanza, el pesimismo. Y siendo éstos nuestros principales adversarios, la lucha se sitúa primero en el terreno del ánimo, de nuestro espíritu, de nuestras convicciones.

– ¿Cómo enfrentarse a una dictadura que usa los medios democráticos?

-Por supuesto, además de mantener ese espíritu inquebrantable, son necesarias la estrategia y la determinación y coherencia para ejecutarla. Por eso he insistido en que se debe tener una visión clara de hacia dónde vamos y asumir los riesgos para llegar allí. Nos guste o no, entramos en una fase distinta, una fase de resistencia. Por eso he insistido a todos mis compañeros de la Unidad Democrática, a todos los que de una u otra forma tenemos responsabilidades de liderazgo frente a un pueblo que está sufriendo, que nuestra actitud ante esta dictadura violadora de los derechos humanos tiene que ser de permanente irreverencia, debemos desafiarla y promover un cambio profundo, democrático.

– ¿Qué hacer con la desesperanza, el miedo y la frustración?

-La desesperanza vendrá si, dadas las circunstancias que vivimos, asumimos una timidez paralizante que impide que la oposición en su conjunto sea de manera creíble una opción de cambio. Si no logramos derrotar ese miedo, no se tendrá la capacidad de concebir y liderar el cambio.

– ¿Se puede derrotar esta dictadura?

-Claro que se puede derrotar, pero para eso debe haber estrategia, coraje y determinación para ejecutarla. No hay ningún poder que pueda contener durante mucho tiempo la voluntad de cambio de un pueblo. En Venezuela somos millones los que clamamos por un cambio. La historia nos ha mostrado que la dictadura de unos pocos no podrá con la voluntad de millones. Solo lo lograrán si no reaccionamos, si nos desmoralizan y nos desmovilizan. Con un pueblo organizado, movilizado, resistiremos, lucharemos y venceremos.

Por Ludmila Vinogradoff / ABC