Desde que Mónica Lewinsky restregó sus rodillas en la oficina oval de la Casa Blanca, no se había visto rodillas más abolladas y machacadas, que las de estos cuatro ______________ (póngale usted el nombre).

 

En verdad en nuestro país, las rodillas en tierra están de moda desde que el pobre Winston las arrastró en una tarima del centro de Caracas. Luego vinieron las rodillas del general Padrino López ante el difunto Fidel y luego han seguido -y siguen- las de Nicolás ante Raúl.

 

Pero las de estos cuatro están como para llevarlas a un traumatólogo de urgencia. Y lo peor aún no ha llegado. Veremos, de seguro, cómo las arrastran y las batuquean por inspiración propia y cuando le dé la gana a Delcy Eloína, a Diosdado, a Aristóbulo y pare usted de contar.

 

Si nos ponemos a ver, ésa será nuestra venganza. Ver a los cuatro… en cuatro.

 

Ahora bien: ¿qué carajo le ha caído a nuestro país? Cuando uno empieza a retomar el respeto por alguien, ese mismo “alguien” se apresura a despedazarlo. Y uno va cambiando de héroe poco a poco. Es como cuando uno descubre que el niño Jesús son los papás de uno. Al principio, uno dice: Yo sabía… pero después le va entrando a uno un desengaño…una desilusión. Ya se acabó la magia.

 

No sé si les pasó a ustedes. En mi caso particular, cuando salió Capriles de candidato, salí de madrugada a hacer mi cola para votar. Duramos más de cinco horas en ella, pero lo que allí se escuchaba era esperanza, fe de futuro -difícil, pero esperanzador-. Desconocidos se daban los buenos días; gente daba paso a otros que no podía permanecer mucho tiempo de pie, etc. Luego vino, lo que todos sabemos: nos quedamos viendo para el techo.

 

Y de ahí en adelante, ha sido decepción tras decepción. Y no es que uno esté pensando que ninguno de nuestros políticos sea precisamente el Niño Jesús, pero caramba… por lo menos que no le tiren a uno los juguetes por la cabeza.

 

La última emoción de estos tiempos la vivimos cuando salimos de nuevo a votar y ganamos mayoría en la Asamblea Nacional. ¡Ahora sí! Cuando vimos por televisión los retratos del difunto cósmico y eterno, saliendo por la puerta de atrás y al Ramos Allup gritando con su voz chillona ¡Sáqueme esa vaina de aquí! ¡Que se los lleve el aseo!…

 

Y uno de cabeza de papa… Vuelve a la infancia. Ya ni siquiera era el Niño Jesús… Esta vaina era la cigüeña. ¿Y qué pasó? Que la cigüeña se nos convirtió en una paloma. La Asamblea y el viejo que botó las fotos del difunto nos pintaron una. Lo más grandioso que hicieron (y allí volvimos a creer) es poner a todos los venezolanos en el planeta, a votar un 16 de julio. No me digan que no fue emocionante. El ejemplo de civismo que dimos en el mundo entero, aun me llena de sentimientos de orgullo. ¿Y qué hicieron con eso? Otra vez a despertarnos. Esas papeletas que depositamos en todos los países donde vivimos, las convirtieron en papel tualé.

 

Y vinieron las elecciones… Con la misma mamarracha de Tibisay. Y todos haciendo cola. Ahora sí vamos a ganar las gobernaciones. Se olvidaron de todo. Fiesta electoral. Pero… Ah cará.. NO ganamos 23… Ni 16… Ni 10… Ah.. Fueron 6. No. A Andrés Velázquez le dieron salchichón. Son cinco. Bueno, algo es algo… ¿Pueden creer? Parece que hubo trampa…No mejo… ra nada el enfermo. Pero estos cinco van a dar la pelea. Ahora sí. ¡Qué ilusos somos! De los cinco quedó uno solo de pie… por ahora.

 

Los otros cuatro, ya lo dijimos, son los nuevos Mónica Lewinsky del planeta. Qué vergüenza… Y volvieron los retratos del difunto al palacio ¿y aquellos cuatro? Por allá andan… como dice la canción: en cuatro, en cuatro, en cuatro… Hay que avisarle a la oposición. Ah, perdón, la oposición está en República Dominicana. ¿Pero es que hay oposición? Sí la hay. Nosotros que seguimos creyendo en el Niño Jesús y en la cigüeña que se convirtió en una paloma.

 

Cariños y hasta la próxima…