Por: Shadi Abu Diab 

Consultor de Negocios y Mercadeo – Residenciado en Panamá

@shabud

Acostumbro a enviar una reflexión a final de año, pero siento que esta situación lo amerita… Tras apenas ocho días en aislamiento, con fe de que no sería mi última.

Existen muchas teorías sobre el origen del COVID19. Algunos con un enfoque político piensan que es la tercera guerra mundial, con armas bioquímicas producidas en laboratorios, otros más religiosos creen que es el fin de una era, un recordatorio o el mismo apocalipsis, o un enfoque científico donde tal vez simplemente el universo y la naturaleza recobrando su equilibrio… Yo pienso que nada es casual y tal vez no es ninguna de las anteriores sino todas, sin embargo, no es el origen mi enfoque, lo cierto es que ya estamos en este punto: Pandemia.

En este momento aislados del mundo exterior, tal vez es hora de mirar hacia adentro, dentro lo más profundo de cada uno de nosotros. Dentro de decepciones y tristezas, buscar aprender para corregir y mejorar ya que de lo contrario ¿qué sentido tendría?

El egoísmo, el peor enemigo de todos, aquel que nos enseña a pelear nuestro derecho individual en vez de nuestra responsabilidad social. Sistemas financieros que aventajan a algunos, pero quiebran de rodillas a otros, Sistemas de gobierno fallidos; sin importar su corriente, carentes de valores donde pocos se benefician y muchos sufren, Empresas que solo velan por sus números anteponiéndolos a su gente, alimentos provenientes de matanza industrializadas en vez de sacrificios dignos y respetuosos solo justos para la sobrevivencia de nuestra especie, seres vivos invadidos y destituidos de su propio hábitat, así como el COVID19 lo ha hecho en muy poco tiempo con nosotros. ¿Qué tal si el COVID19 es solo un mecanismo de defensas de nuestro planeta tratando de recuperarse de nosotros? ¿Quién es el verdadero virus?

El ejemplo mas claro lo tenemos adentro de cada uno de nosotros…Nuestra vida depende de nuestro corazón, aquel que no para de dar y recibir, en cada latido que nos mantiene vivos, aquel que cuando se detiene se lleva nuestra existencia de este plano. ¡Nuestro enfoque material solo nos ancla a lo terrenal sin permitir elevar nuestro espíritu! El negocio que recibe sin dar es el de menos valor, así como el padre mas rico que no da su amor es el más pobre de todos, o aquel que conoce de mucho sin compartirlos siendo el más ignorante de todos. Tampoco es una solución el socialismo o capitalismo, tal vez la hora de un ¿humanismo? Uno cargado de valores, ética y prioridades distintas. Todo el dinero, poder y éxito del mundo, no vale nada confinado a cuatro paredes. Somos una parte de todo, ya no subestimemos a los más pequeños, la labor de un presidente o un CEO (titulo que le encanta al mundo entero), no vale más y no pudiese llevarse acabo sin el esfuerzo del personal de limpieza ya que su oficina seria inhóspito. Recuerda el poder que tienen un virus entre 70 a 120 nm de circunferencia de acabar contigo siendo tan grande.

Ojalá que dentro poco pueda volver a verte, no por pantalla, sino darte un apretón de manos y un abrazo, donde guardemos el celular y disfrutemos de nuestra presencia que ya perdía valor en los tiempos que vivimos de tecnología. Por ahora no pretendamos pensar en lo duro que se viene la economía, seria el equivalente a pensar si el paciente que acaba de ingresar a urgencias con un derrame podría correr de nuevo, vamos a estabilizarnos primero, por ende, quédate en casa.

Ya vendrán tiempos de mejor planificación cargados de aprendizaje donde juntos saldremos adelante. Por ahora con mucha fe y esperanzas me despido con un grito, que utilizamos entre mis hermanos, uno que hoy recobra todo su sentido: ¡SALUD, FUERZA y UNIÓN!