«Los cambios serán profundos, pero se darán con apego al orden legal establecido. Habrá libertad empresarial, libertad de expresión, de asociación y de creencias». Con estas palabras, Andrés Manuel López Obrador,-AMLO- el presidente electo de México, dejo claro, en su primer discurso después de su triunfo, que sabe los retos que tiene por delante.

Con una votación superior a la 53% y sacándole más de 30% de ventaja a su más cercano rival, López Obrador, recibe un mandato claro y fuerte. Ahora, ¿cómo logra AMLO este triunfo? Hay muchos elementos para analizar pero, por razones de espacio, me referiré solo a tres de ellos.

A la tercera es la vencida. Esta fue su tercera campaña presidencial y lógicamente después de dos derrotas, vimos a un AMLO más pragmático, más conciliador y, en ocasiones, hasta chistoso.

Esto lo llevó a tener una imagen menos ideologizada y más moderada, mediante la cual planteó un movimiento ‘atrapa-todo’. Es decir, en sus alianzas cupieron todos los que quisieron sumarse, de todos los colores y tendencias, con lo cual transmitió un sentido de amplitud, que lo presentó como un líder que había madurado, que se alejaba de los extremos y reconocía que se podía hacer equipo con dirigentes de otras tendencias.

Sin embargo, AMLO es ahora la nueva encarnación de la tradición latinoamericana del populismo, razón por la cual, habrá que tener muy presentes las palabras de su primer discurso como presidente electo.

El segundo elemento que quisiera destacar es que AMLO, logró capitalizar un enorme sentimiento de enojo y frustración de los votantes y, para ellos,  representa la posibilidad de castigar a los que actuaron mal y que se desempeñaron incorrectamente en el gobierno.

Ese enojo generalizado, es sobre todo por la inseguridad y con la corrupción en los distintos estratos gubernamentales. La violencia en el país sigue aumentando. El año 2017 fue el más sangriento en las últimas décadas, con más de 29.000 asesinatos y, los casos de corrupción fundamentalmente en el gobierno federal con el presidente Peña Nieto a la cabeza y otros personajes de los estados, ligados a los partidos PRI y PAN, hicieron que una buena parte de la ciudadanía percibiera a AMLO, como la posibilidad de un cambio auténtico.

Además, a pesar de algunos cuestionamientos sobre su gestión como Jefe del Gobierno del Distrito Federal –Ciudad de México entre 2000 y 2005-  la imagen que percibió el electorado sobre AMLO, es que es un político honesto.

El tercer elemento a considerar es que AMLO, fue el beneficiado por la guerra entre el PRI y el PAN.

Estos dos partidos, que estuvieron cercanos durante el sexenio de Peña Nieto, comenzaron una lucha brutal, que nadie tiene claro por qué comenzó pero, sí se sabe que la pelea aún no ha terminado y, esa confrontación ante el imaginario popular los igualó con los de siempre, los del establishment, que se peleaban más por descalificar al otro que por proponer soluciones a los problemas de la gente, con lo cual los dos se hundieron y, los mexicanos votaron por hartazgo, pero también estuvieron motivados por la esperanza de algo distinto.

Para el presidente electo de México no hay alternativa. Apenas asuma el poder, empezará una cuenta regresiva de las bombas de tiempo que hereda y, al haber obtenido tan contundente triunfo, el nivel de expectativa que tiene el pueblo mexicano, es enorme.

AMLO, tendrá que enfrentar el desafío de una delincuencia desbordada, que según datos del Sistema Nacional de Seguridad Pública, 2017 fue el año más violento en los últimos 80 años, donde se cometieron 29.168 homicidios, un 22% más que el año anterior.

También recibirá AMLO un México con casi 55 millones de personas pobres, según el gubernamental Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social, es decir, el 45% de los 130 millones de mexicanos, está en una situación de precariedad.

Esta herencia también incluye un panorama incierto en la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) el cual es vital para la economía de ese país, sumado al crecimiento de la deuda externa del país, pública y privada, que de acuerdo con la Secretaría de Hacienda equivale a unos US$190.000 millones, lo que representa el 53% del PIB mexicano.

No podemos olvidar la crisis de los derechos humanos, generada por innumerables casos no resueltos o en proceso de impugnación, todos casos con expedientes muy complejos y, que le tocará atender.

México hizo un viraje enorme. Deposito su confianza y esperanzas en AMLO, le entregaron mayoría en ambas cámaras, mayoría en 19 de los 32 congresos locales, o sea, tiene en sus manos un poder gigantesco. Que todo sea por el bien de México y los mexicanos.