Durante la inauguración, los atletas se confundieron en un solo grupo para disfrutar de la música de Los Rabanes y Joey Montana. Foto: David Alejandro Chacón.

Desde que comencé a escribir sobre deportes, hace 12 años en Maracaibo, Venezuela, he tenido la oportunidad de asistir a innumerables eventos, desde finales de Pequeñas Ligas, pasando por Suramericanos de baloncesto, Copa América de Fútbol, Serie del Caribe, hasta encuentros oficiales de las Grandes Ligas, y sin pensarlo mucho puedo decir que los III Juegos Latinoamericanos de Olimpiadas Especiales que se desarrollaron en Panamá, me marcaron.

La inauguración, bastante sencilla, pero muy emotiva, estuvo cargada de un sentimiento tan increíble y sincero que provocó entre los presentes aplausos de pie, lágrimas, gestos de cariño e improvisadas consignas que sirvieron como aliento a los más de 800 atletas de 21 países que llegaron hasta el Istmo.

Para lo que aún no conocen las Olimpiadas Especiales, es un movimiento global que proporciona entrenamiento deportivo y competición atlética de tipo olímpico a atletas con discapacidad intelectual desde los ocho años de edad.

Gran iniciativa

En esta edición 2017, el comité organizador apostó por la unificación de deportistas. “Atletas con discapacidad intelectual participan, en algunos deportes, junto a atletas sin discapacidad”, me explicó Sandra Sánchez, directora general de los juegos.

Una de esas especialidades fue el baloncesto, que déjenme decirles, fue de gran nivel. Los llamados atletas unificados (sin discapacidad) cumplen una excelente labor sin restarles méritos a los verdaderos protagonistas.

“Es una iniciativa muy bonita y que nos permite integrarnos más como sociedad. El deporte da para todo”, comentó Luis Young Mojica, entrenador del equipo de baloncesto, categoría B, de Panamá.

Además de baloncesto, estuve presente en la competencia de bochas y la de natación, todo en la ciudad deportiva Irving Saladino de Juan Díaz. En las bochas hubo una escena muy particular.

Cada vez que llegaba una delegación al estadio “Cascarita” Tapia, sede de ese deporte, los voluntarios, que realizaron un enorme trabajo, hacían una especie de túnel y los recibían entre aplausos, al igual que los otros países que ya estaban presentes. Mayor emoción posible.

“Quiero ganar el oro; pero si no gano, quiero ser valiente”, me dijo la venezolana Patricia Guanipa (bochas). Ni en la mejor entrevista de un grandeliga o algún otro atleta estrella, había escuchado una frase así. Acepto que el nacionalismo y el momento, también me tocaron. Esa frase de Guanipa fue el lema de los III Juegos Latinoamericanos de Olimpiadas Especiales.

Sin importar cuál delegación se llevó la máxima cantidad de medallas, pienso que con el solo hecho de organizar esta magna justa deportiva, Panamá, sus atletas, y todos los involucrados ganaron. ¡Qué viva el deporte!