Rehak, venezolana radicada en Panamá desde hace 11 años. Presenta una interesante obra que puede ser apreciada en su totalidad en www.rehakfinearts.com

Memorias del Hombre y su Ambiente

Sucedió en Panamá…

Provengo de una familia de inmigrantes, y por giros del destino, me he convertido en una inmigrante, ésta ineludible ascendencia ha marcado mi vida y mi comprensión sobre los seres humanos. Tengo varias naciones en mi corazón, Venezuela, Hungría y Panamá.

Resido en este último país desde hace once años. Una hermosa nación de comercio internacional, global y multicultural. En mis andares por Panamá he encontrado gente maravillosa, panameños nobles y generosos, personas con características extraordinarias, rasgos a veces tan evidentes que son invisibles para muchos. Pero, la sensibilidad siempre hace su trabajo y la empatía une a la gente.

En este país existe un fascinante lugar en la provincia de Coclé, llamado el Valle de Antón, allí conocí a un carismático agrónomo, Pablo Caballero, quién me guio en mi visita al hermoso Zoológico llamado “El Níspero”. Fue a través de él que vi por primera vez al hombre en su jardín de cactus.

Fue cuando descubrí aquel invernadero. Un ser casi fundido en un recinto de exuberantes masas verdes y azules. Frente a él, una mesa con instrumentos, escalpelos, tubos de ensayo, finos hilos y frascos con delicados retoños. Indudablemente, era un científico, un doctor que estudiaba el interior de las plantas.

Desde ese primer encuentro, ese espacio instaló en mis innumerables sensaciones. Sentí una hipnótica necesidad de volver a ese lugar, que resultó en múltiples encuentros en las que pude compartir con los amables hombres ese santuario al reino vegetal. Pasaron los años y experiencias surgieron tras muchas, muchas visitas.

Una dimensión inédita de ese edén fue descubierta, y una historia queda representada como clarividencia sensorial en mis papeles y lienzos. El registro visual de algo que pronto será revelado. Hoy uno de los hombres ya no está, se ha ido, sin embargo persistirá en la memoria y en el arte. Y, siempre la esperanza queda, el gentil Caballero continua cuidando la naturaleza. Gracias le doy por ello.