Por: Ángela Flórez, Acnur. 

En tiempos de coronavirus, sobraban motivos para que María, una solicitante de asilo hondureña que llegó a Panamá en 2015 con su familia, estuviera ansiosa. Desde su llegada a su país de acogida, María había comenzado un emprendimiento vendiendo comida casera con un toque hondureño.

Pero las medidas de cuarentena, adoptados por el Gobierno panameño para intentar frenar el virus, hicieron que no pudiera trabajar. Sin ingresos, María y su familia enfrentaba una situación angustiante.

Fue en ese momento que María mandó un mensaje de WhatsApp al servicio de acompañamiento emocional que ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, inició a raíz de la situación del coronavirus. Una vez inscrita en el programa, María comenzó a conectarse remotamente con Roberto.

Fue una de las primeras de las doce personas refugiadas y solicitantes de asilo que atiende el coach por semana, a través de servicio de mensajes WhatsApp y también llamadas telefónicas.

“La visión del servicio es, a primera vista, brindar apoyo en este momento difícil, pero el mensaje de fondo es que todas las personas, incluyendo los refugiados, tienen la capacidad y habilidades para responder creativamente a las adversidades”, comenta Roberto, 47 años, desde su escritorio en la capital del pequeño país centroamericano.

“Son sobrevivientes… han superado muchos obstáculos y adversidades para llegar hasta aquí”.

La pandemia ha sido un reto en Panamá, resultando en más de 350 muertes, y la pérdida de miles de empleos. Pero para las personas refugiadas y solicitantes de asilo, que bajo las mejores circunstancias suelen ser vulnerables, la pandemia ha exacerbado los riesgos y los retos que enfrentan al recomenzar una vida lejos de casa.

Roberto dice que para las personas con quien habla semanalmente, la mayor preocupación en este momento es la falta de ingresos y, por ende, el miedo de no poder pagar la vivienda y comida.

“Son personas que trabajan por el día, no tienen seguridad social ni ahorros”, explica Roberto. “Luego aparecen otros temas: ansiedad, miedo por el futuro o por contraer el virus, temor por no saber qué hacer y tristeza porque se sienten solos”.

Roberto ayuda a las personas refugiadas y solicitantes de asilo a sentirse empoderadas para enfrentar a las dificultades inesperadas que han surgido con la pandemia.

“Recuerdan que son sobrevivientes, que han superado muchos obstáculos y adversidades para llegar hasta aquí, y eso les da fuerza, les da esperanza”, dice Roberto, añadiendo que también tratan traumas antiguos, además de sueños y expectativas de cara al futuro.

Para María, el servicio de acompañamiento emocional no solo la ha ayudado a enfrentar la situación actual y a encontrar alternativas para mantenerse activa durante la pandemia. El espacio semanal con Roberto también le ha permitido superar situaciones dolorosas que ha vivido.

“Por un momento siento que todo está bien y que las cosas van a mejorar”.

“He podido recordar momentos del pasado. Algunos fueron tristes y otros alegres. Estoy descubriendo que se puede vivir con ellos”, comenta María, de 48 años, una madre de tres hijos que tuvo que huir de su Honduras nativo por la extorsión de las pandillas. “Yo me siento libre cuando hablo de mi situación, cuando me desahogo. Por un momento siento que todo está bien y que las cosas van a mejorar”.

El servicio de acompañamiento emocional en línea de ACNUR es parte de la estrategia de salud mental que trabajan ACNUR y sus socios junto con redes e instituciones gubernamentales de salud mental. Además, es un aporte a las acciones realizadas para cumplir con los compromisos de Panamá en el Marco Integral Regional de Protección y Soluciones (conocido como MIRPS), la aplicación regional del Pacto Mundial sobre Refugiados. Panamá alberga a 2.557 refugiados y 17.682 solicitantes de asilo, la mayoría de Nicaragua, El Salvador, Colombia y Venezuela.

Tras cuatro sesiones, Roberto nota que María está más entusiasmada, más abierta y resiliente,  inclusive ya está trabajando en un nuevo producto para su negocio de comida: un recetario.

“Me dice que conversar con alguien la ha ido animando”, dice. “Ver este avance positivo le da todo el sentido a lo que estamos haciendo”.