A todos, cuando éramos chiquitos, nos decían que si no comíamos, o nos queríamos quedar afuera jugando, cuando era hora de bañarnos, por ejemplo, podía venir un loco con un saco, a llevarnos. Nunca entendí lo del saco, pero me imaginaba que eso era para meternos dentro. De todas formas, en mi inocencia, yo pensaba que ningún niño podría caber en un saco.

 

Ahora, después de un montón de años (no muchos, pero bastantes) me doy cuenta que sí hay un loco del saco.  Y en ese saco, sí que cabe de todo. ¡Ese saco es enorme!.

 

Yo sé en quién están pensando, están pensando en varios, pero yo me voy a dedicar al nuestro.

 

Cuando en días pasados, el imperio se metió con esa moneda ultra valiosa que es el “Petro” me dije a mí misma: Mi-misma, ¿qué van a hacer esos locos que ya han robado en todo tipo de monedas y que ahora quieren atracar los bienes (los que la naturaleza aún provee) con esa cosa llamada “Petro”?.

 

Afortunadamente para nosotros, nadie se comió el cuento de que el Petro iba a funcionar. Sobre todo, en las manos de estos locos que convierten la yuca en yuca amarga, la harina pan en mezclote, y todo o que tocan en escremento (pupú).

 

Me imaginé de todo, pero no. No fue suficiente lo que imaginé. Alguien me dijo: El loco del saco (el nuestro) dijo que tenía pensado hasta un ataque militar contra el imperio. El loco de Pedro Carroña declaró que cuando vengan los gringos, podrán entrar pero nunca salir (sin comentarios). Según él -Carreño- tenemos una batería aérea que vería los aviones gringos antes de que salgan de EE UU. (No tenemos luz, el internet no funciona, pero tenemos radares).

 

Le dije a la persona que me lo comentó: NO vale, no puede ser. Sí, me contestó, búscalo en YouTube. ¡Y sí, era verdad!

 

Inmediatamente me imaginé, tal cual como cuando era niña, la escena:

 

Una centena de generales con barrigas del tamaño del saco del loco, corriendo a buscar refugio, mientras unos Gi Joes de dos metros de altura ni siquiera corren, sino vuelan en unos F-19, persiguiéndolos como bachacos. Pero después me dije a mí misma: MI-misma,  esos generales no van a correr, ¡no van a salir!, los que van a mandar a salir, son a los que desfilan el 5 de Julio y después no comen hasta el próximo año. Y también a las milicias (unos viejitos a los que el difunto les entregó unos chopos hace años, o a los que no se hayan muerto aún).

 

No había yo terminado de imaginar la escena, cuando apareció otra vaina que asustaba a uno cuando pequeño, llamada la Sayona. O sea: Iris Varela. Esta otra, no se le ocurrió otra cosa mejor, que decir que “insertaría” en las dichosas milicias, a los privados de libertad (o sea, a los pranes) para que defiendan la patria.

 

Ahí sí es verdad, que quedé peor que con le cuento infantil del loco del saco. ¿Le entregarían a ese malandraje armas de guerra?, Sí, ¡se las entregaron hace tiempo!.

 

No sé si Trump lo sabe, pero los pranes están casi mejor armados que cualquier ejército (exagerando, ya lo sé) pero tienes sus cositas. Granadas, AK 44 y otras así. No es que tengan muchas (o a lo mejor sí) pero hace tiempo que las tienen. Esa escena sí sería interesante verla, si tomamos en cuenta que hay que salir de la mayoría de ellos; lo que no ha sido realmente posible, porque todos hacen sus fechorías (perdón, sus diligencias) desde la cárcel con sus telefonitos.

 

En realidad, es cuestión de analizar si estos personajes podrán contra una posible confrontación con los EEUU, si tomamos en cuenta que tienen aterrorizados a 30 millones de seres, que no salen de sus casas y si salen, no saben si regresan.

 

Total, que el fulano “loco del saco” nos tiene locos a todos. ¡Pero en Venezuela no hay un “loco del saco … hay un saco de locos!

 

Cariños y hasta la próxima…