Foto: David Alejandro Chacón.

La pancarta, habían muchas por cierto, que más me llamó la atención en el juego de Panamá vs Venezuela el 11 de septiembre en el Rommel Fernández, fue la que mostraba la frase que lleva el título de este artículo: ¡El fútbol nos une!

La misma, no muy grande, estaba ubicada exactamente en la grada que está debajo de la pantalla principal de la casa de La Sele y donde se veía a gran parte de la barra venezolana que celebró la victoria de su selección 2-0 ante Panamá.

Esa frase no podría ser más cierta. Ese día me llamó poderosamente la atención la cantidad de parejas venezolanas-panameñas. Y, también, ver a venezolanos en grupos de panameños y viceversa.

Uno solo

Javier Castellanos, de Cabimas, es novio de Katherine Alvarado, de Arraiján. Castellanos se puso la camiseta de La Sele y Alvarado la de La Vinotinto. ¿Y al momento de los goles qué pasó? «Celebramos los dos, y bromeamos con cambiarnos las camisas», gritó Javier en una de las salidas del estadio.

Jairo Bohemia, de Puerto La Cruz, le dijo a Abraham «El Chombo», quien es oriundo de Penonomé, que si ganaba Venezuela le debía un viaje a la playa, preferiblemente a Colón, con una caja de espumosas incluidas.

«El Chombo» aceptó, pero si «ustedes sacan a Maduro después», exigió. Ese grupo, en el que compartían ambos fanáticos, era de no menos de 20 personas, y diría que la mitad venezolanos y la otra panameños.

Yo no vi peleas, no vi xenofobia, al contrario. Unión y ganas de compartir.

Para mi, lejos del resultado de un partido amistoso, sinceramente pienso que lo que ganó fue la fanaticada, la de ambos países.

Sentido patrio

Sí, la de Venezuela seguramente fue más ruidosa y se sintió más, pero eso tiene una razón. Esa gente, obligada a salir de su país, buscaba un respiro, un alivio y lo encontró en un juego de fútbol, el mismo deporte que también logra en Venezuela algo tan imposible como gritar más que el propio local, pues une rojos y azules al menos por 90 minutos.

Nuestros hermanos panameños entendieron esos gritos, lágrimas y sentida entonación de nuestro Gloria al Bravo Pueblo. Nadie me lo contó. Vi de cerca como muchísimos de ellos, incluso cuando ya comenzaba su himno, seguían aplaudiendo a la barra venezolana.

Estos gestos de hermandad es lo que hay que destacar, pues contrastan con lo que quieren imponer algunos canales informativos que solo buscan la controversia para ganar adeptos, sin saber que así, de muy mala manera, contribuyen a la xenofobia sin razón.

Es cierto que no todos somos buenos, es cierto que varios vinieron a molestar, pero… ¿en qué país del mundo no vemos eso? En cada nación hay de todo un poco, sin excepción.

Nadie abandona su tierra por voluntad propia, la deja por múltiples razones.