Para www.kienyke.com 

Latinoamérica, es un subcontinente habitado por gente tan diferente como diferente es su geografía, comida y hasta idiomas. Si bien es cierto que la gran mayoría de los países fue conquistado y colonizado por la “Madre Patria”, también es cierto que con el tiempo se fueron desarrollando costumbres tan diferentes, que en ciertas ocasiones no nos entendemos entre nosotros mismos.

Este subcontinente fue liberado del yugo español mayoritariamente gracias a “caudillos criollos” que, habiendo nacido en América, se habían educado en la Europa de los 1800. Esta herencia nos ha legado una clase de “líderes” políticos que eventualmente pretenden transformarse en los caudillos a los que nos hemos acostumbrado, para que hagan y deshagan bajo la sombrilla de la democracia, la cual en muchos casos se convirtió en una dictadura democrática tanto de izquierda como de derecha, que en casi todos los casos no ha favorecido a los ciudadanos en general.

Pocos de estos líderes han hecho las inversiones en salud y en educación que sus países realmente requieren y han preferido optar por invertir en obras que puedan ser presentadas como trofeos de guerra al finalizar su período, ya sea para buscar una reelección inmediata de su partido o de ellos mismos.

Otros han preferido proponer reformas a las cartas magnas de sus países buscando una brecha que les permita perpetuarse en el poder, lo cual ha sido, por regla general, lamentable en la mayoría de los países donde se ha dado, pues las reformas que se aprueban no favorecen a nadie, excepto a los mismos seudo líderes que las promueven.

Este año se dan elecciones en varios países de América Latina; los resultados hasta el momento han sido tan variados como anotábamos anteriormente eran nuestras costumbres y modismos. Países que se movían en la izquierda y se mueven hacia la derecha. Otros que del centro se mueven un poco hacia una derecha más extrema. Y el país más grande hispanohablante del continente, votó abrumadoramente hacia una izquierda, lo cual ha despertado toda clase de alarmas en el resto del continente.

La primera economía de Latinoamérica, golpeada por la peor crisis de corrupción generada por una sola empresa y que salpicó a casi todos los países del continente, está frente a una encrucijada, pues las encuestas pronostican que, si se le permite correr, volvería al solio presidencial el líder sindical convertido en presidente, que promovió y de la cual supuestamente se benefició personalmente, del referido esquema de corrupción de la empresa Odebrecht.

Este subcontinente no ha sido ajeno a los nuevos movimientos, principalmente liderados por jóvenes de todas las generaciones, que rechazan lo tradicional y sobre todo la corrupción rampante que recorre nuestros países. Estos movimientos son similares a los que en Estados Unidos y algunos países europeos y asiáticos, han iniciado reformas sustanciales que están impactando la geopolítica mundial.

Estos jóvenes han convertido a las redes sociales en los nuevos protagonistas de la política mundial. Muchos consideran que los líderes políticos de todo el mundo han iniciado a gobernar vía Twitter, mientras que los jóvenes se apoyan en Instagram y los de la generación “baby boomers” y “X”, se mueven más cómodos en Facebook.

Los medios tradicionales se han visto reemplazados por medios más ágiles, más medibles y más efectivos. Las plataformas digitales son más visitadas que aquellos medios que no le interesa tanto a los nuevos líderes y los nuevos votantes, que han decidido participar de una manera diferente.

Hasta cierto punto entonces, las redes digitales se han venido tomando el lugar de los originales caudillos y se han convertido en las plazas de pueblo donde nuestros abuelos se reunían para “arreglar” todos los problemas que afectaban al mundo. Los caudillos son ahora “influenciadores”.

Anunciarse en medios digitales es muchísimo más económico y efectivo que los medios escritos y televisivos originales. La radio es el único medio tradicional que se mantiene casi intacto e inamovible, tanto en penetración como en su efectividad.

El panorama político de América Latina, cambia vertiginosamente y nadie puede predecir lo que pasará dentro de los próximos 18 o 24 meses y Panamá no se ajena a esta realidad. Por primera vez podría darse la situación en que haya 7 u 8 candidatos a la primera magistratura del estado, lo cual pudiera implicar un nuevo presidente electo por menos de un 25% de la población.

Los partidos tradicionales, salen del partidor con una ligera ventaja, sin embargo, si mantienen sus peleas internas podrían dar lugar a que nuevos partidos o candidatos por la libre postulación puedan recortarles camino y abrir el camino para que en las elecciones presidenciales del año 2022 pueda surgir un nuevo líder del corte caudillista, que ante el descontento general, que ya se palpa, pueda vender cantos de sirena y llevar al país de mayor continuidad en el crecimiento, de todo el continente, a caer en las manos equivocadas.

Mientras tanto hay que apoyar a los grupos de jóvenes que inician su caminar político, sin que su inexperiencia sea un factor determinante, pues por muchos años hemos venido a los más experimentados y no tenemos mucho de lo que sentirnos orgullosos.