Las democracias más fuertes y sólidas están en los países cuyas regulaciones son mucho menos complejas y los ciudadanos tienen mayor acceso a la información, lo que conlleva a mayor transparencia.

 

Recientemente un grupo de consultores políticos realizamos en tres países (República Dominicana, Panamá y Guatemala) un Workshop de Campañas Electorales. Nuestro objetivo fue hacer un mix entre la academia (teoría) y la praxis (práctica) a fin de que los participantes pudieran no sólo recibir el conocimiento teórico, sino que, por vía de ejercicios prácticos, pudieran reafirmar y experimentar con los conocimientos adquiridos.

Fueron 3 semanas intensas y muy satisfactorias. Cuatro Workshops en cuatro ciudades en tres países, una experiencia extraordinaria por el nivel de los participantes en cada uno de estos talleres.

El entrenamiento de los años en la consultoría política permite que, de manera rápida, uno se conecte con el país y, haga una lectura del acontecer político y del momento histórico que las naciones están viviendo.

Al hacerlo en cada país, llamó mi atención varios elementos comunes en las dinámicas del devenir político en estos países.

En República Dominicana, se discute desde hace años la ley de partidos políticos. Cuando por fin se avizoraba un acuerdo sobre la ley, surge la disputa por si la selección de candidatos de los partidos debe ser por primarias abiertas o cerradas y, se enciende, otra vez, el debate.

Pareciera que la mayoría de los partidos se inclinan por las primarias cerradas, pero, para sorpresa de muchos, el presidente Danilo Medina, hace pública su preferencia por las primarias abiertas. Esto sorprendió a muchos, pero, en el fondo, quizás el presidente Medina fija una posición buscando que todos los demás partidos se agrupen entorno a las primarias cerradas, para luego el “Ceder” ante ese consenso y verse como el hombre que consensua. Es una estrategia muy bien pensada, para que los partidos terminen escogiendo las primarias cerradas que, son las que él (presidente Medina) quiere.

El caso de Panamá y Guatemala, se han hecho reformas a los códigos electorales que alteran diametralmente las reglas de las campañas electorales. Las reformas pudieran estar bien intencionadas buscando la transparencia de las elecciones, el financiamiento de las campañas, el actuar de los candidatos, acortar el tiempo de campaña y regular la propaganda política.

Ahora bien, reitero que, las reformas pudieran estar bien intencionadas, pero, su aplicación práctica va a ser una pesadilla, tanto para los candidatos, más aún para los independientes, como para las propias autoridades electorales.

Por ejemplo, las vedas sobre las encuestas serán difícil de controlar pues ¿qué pasará cuando una agencia de noticias internacional publique una encuesta? o ¿cuándo en las redes sociales aparezcan los “sondeos” que no son encuestas científicas?.

Regular la emisión de los spots y que sólo la autoridad electoral otorgue el tiempo en los medios de manera equitativa, suena bien, pero, el resultado será que los ciudadanos verán, por ejemplo, en la televisión, un bloque de spots de todos los candidatos. Es decir durante 20 o 30 minutos el televidente los podría ver todos juntos. Eso definitivamente no será un programa atractivo y el ciudadano, sencillamente cambiará de canal y no verá ese bloque de spots.

Entonces, se les dio igualdad de condiciones a los candidatos.  Surgiendo entonces la pregunta, ¿tendrán los ciudadanos oportunidad y acceso a conocer a los candidatos y sus propuestas?. Conclusión, buena intención, pero, en el fondo los electores tendrán menos oportunidad de informarse en detrimento de la democracia.

Las nuevas reglas son tan estrictas, establecen tantas restricciones sobre lo que se puede o no hacer en campaña, en los topes de gastos y en los tiempos de campaña, que, los candidatos que no logren construir un gran equipo de contacto directo con los electores, no tendrán oportunidad de darse a conocer y eso pone en amplia desventaja a los candidatos independientes.

En ambos países (Panamá y Guatemala) las reglas llegan a ser tan complejas o ambiguas que, su interpretación requerirá de abogados especialistas en materia electoral que asesoren las campañas para evitar que estas infrinjan la ley por una mala interpretación de la norma.

Así que, con ese escenario, las demandas y contra demandas que se verán durante el proceso electoral de estos países, serán de tal volumen que las autoridades electorales sencillamente colapsarán al no poder evacuarlas en el tiempo requerido.

Por lo tanto, muchos de los resultados electorales quizás terminen siendo definidos en los tribunales y no en las urnas.

Las democracias más fuertes y sólidas están en los países cuyas regulaciones son mucho menos complejas y los ciudadanos tienen mayor acceso a la información, lo que conlleva a mayor transparencia. Deberíamos pensar si queremos regulaciones o transparencia en las democracias americanas.