El pasado 5 de mayo con motivo del inicio del período electoral, el presidente Juan Carlos Varela lanzó la propuesta de la quinta papeleta, con la intensión de que en las elecciones del 2019, aparte de elegir presidente, vicepresidente, diputados, alcaldes y, representantes, se elija también, 60 constituyentitas.

Esta propuesta, vino a ser una enorme inyección de adrenalina, al hasta ahora, aburrido debate político panameño que, centraba muchas de sus discusiones en las pre campañas internas de los partidos, en la planilla 80, entre otros temas.

En el pasado, en este mismo espacio he afirmado que Panamá requiere una nueva Constitución, que sea el producto de una profunda discusión entre todos los panameños y, que sea esa nueva Carta Magna, no solo el marco jurídico, sino que debe ser el gran acuerdo nacional que establezca las bases para proyectar al país hacia el próximo siglo.

Adicionalmente, Panamá esta irremediablemente destinada a ser un país que, ha tenido y, tendrá aún más, una alta incidencia en el comercio y las relaciones mundiales, en la forma como los países se interrelacionan y se interconectan, razón por la cual me atrevo a ir un poco más allá, al plantear que el estado panameño debería consultar a otros países sobre cómo estos ven a Panamá, como lo perciben y que esperan de él.

Por supuesto que, la última palabra sobre la nueva Constitución será exclusiva y soberanamente de los panameños pero, atreverse a escuchar voces del mundo político, económico, empresarial, social y academias de otras latitudes, es una demostración clara de la vocación del país y sobre todo  que entienden los panameños que, a pesar de ser un pequeño país, su incidencia en el mundo moderno es enorme.

En los últimos 30 años ha habido más avances que en los últimos 3 siglos. El mundo se desarrolla a pasos agigantados, la manera como se interrelacionan los países y hasta los ciudadanos ha cambiado y mucho, la forma de comerciar en un mundo absolutamente interconectado e interdependiente está rompiendo paradigmas casi que a diario, el poder cada día es más efímero, fácil de obtener y también de perder pero, a pesar de esos avances, la desigualdades –especialmente en los países de la región- siguen siendo una las distorsiones que urge corregir.

También comenté en el pasado que, de acuerdo al estudio de Latinobarómetro 2017,  el apoyo a la democracia ha perdido 20% de respaldo en Panamá en 20 años, siendo los picos más bajos los años 2001 y 2017; que la percepción de 8 de cada 10 panameños sienten que se gobierna para unos pocos y que, el respaldo y credibilidad de los partidos políticos no supera el 10%, es un claro síntoma del desgaste del sistema político y, las desigualdades sociales a las que hacíamos referencia antes, seguramente inciden en estos resultados.

Ahora, ¿Tiene sentido convocar la elección de una Constituyente en medio de la campaña electoral?, ¿Será ese el ambiente propicio para discutir, pensar y seleccionar a las personas que, tendrán la enorme responsabilidad histórica de redactar la nueva Constitución que pondrá a Panamá en la ruta del desarrollo y sentará las bases para la entrada del país al siguiente siglo?

Mi opinión es que no es el mejor momento, de hecho, es un momento muy delicado y la Constituyente es algo extremadamente serio y complejo como para combinarlos con una campaña electoral que, aunque incipiente, ya da señales que va a ser dura y agria.

Es evidente que, el presidente Varela, se aferra a su versión de que está cumpliendo una oferta electoral, pero el argumento  que el país no tenía la “Madures” hace tres años, no explica que fue lo que pasó para que, ahora si tiene la “Madures” y sea oportuno hacerla ahora. Es claro también que, el presidente Varela, tiene una agenda política que hasta ahora no está clara pero, ya que planteo el tema, el panameño debe ver esto como una oportunidad para generar un amplio, profundo  y sincero debate sobre si es conveniente la Constituyente ahora, o no.

También es una oportunidad brillante para que el estamento político escuche lo que los ciudadanos tienen que decir. Es la oportunidad de volverse a conectar con los sentimientos, anhelos y temores de la población y, por vía de escuchar y, puedan encontrar puntos de acuerdo, no sólo para el tema constituyente, sino para ponerse al lado de los ciudadanos y ayudarles en sus problemas cotidianos.

Constituyente ¿Sí o No? Que hable el pueblo.