La creciente entrada a Panamá de migrantes irregulares a través de la peligrosa jungla del Darién consolida a Centroamérica, una región históricamente marcada por la emigración de sus ciudadanos, como la ruta de miles de personas de todo el mundo que buscan el «sueño americano» en Estados Unidos.

En 2021 más de 133.000 migrantes cruzaron la selva, expuestos a todo tipo de peligros incluidos los traficantes y el crimen organizado, una cifra más o menos igual a la registrada en toda la década anterior.

Y en el primer trimestre de este 2022 se registró la llegada a través de la jungla de 13.425 viajeros irregulares, más del doble de los 5.622 del mismo período de 2021, según datos del Servicio Nacional de Migración (SNM) de Panamá.

Desde la crisis de migrantes cubanos en 2015 y 2016, Panamá instaló en sus fronteras sur (Colombia) y norte (Costa Rica), estaciones de recepción migratoria (ERM), donde toma los datos biométricos de los viajeros y les brinda asistencia sanitaria y alimentación, un programa que consume millones de dólares al año según ha dicho el Gobierno.

Así como hace siete años estos movimientos humanos los marcaron cubanos que intentaban aprovechar los últimos tiempo de vigencia de normas migratorias favorables en Estados Unidos, el año pasado fueron los haitianos, que representaron más del 70 %, que huían de la crisis de la isla o del desempleo que los asolaba en Brasil o Chile, adonde había llegado hacía casi una década.

Y en lo que va este 2022 son los venezolanos (4.257) los que lideran el tránsito por la selva, muchos huyendo directamente de Venezuela, mientras que otros han salido de países de Suramérica por la crisis derivada de la pandemia.

Los flujos migratorios «cambian todo el tiempo y, si eso no se atiende como región, no se puede resolver», dijo a Efe en Singapur la ministra de Exteriores de Panamá, Erika Mouynes, en el marco de una gira asiática y en la antesala de la reunión ministerial centrada en la migración que tendrá lugar este martes y miércoles en el país centroamericano.

A esta reunión asistirán representantes de alto nivel de 22 países del continente – con la notable ausencia de Venezuela – entre ellos los secretarios de Estado y de Seguridad Nacional de EE.UU., Anthony Blinken y Alejandro Mayorkas, respectivamente.

La delegación de EE.UU. «promoverá el compromiso» de Washington de «abordar de manera colaborativa los desafíos de la migración irregular» en la región, y espera que se avance en iniciativas que aborden sus causas y en la búsqueda de soluciones de «protección a los refugiados y solicitantes de asilo», según la información oficial.

El representante de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) en Tegucigalpa, Andrés Celis, dijo a Efe que la afluencia masiva de migrantes es reflejo de las necesidades existentes en sus países, por lo que es necesario trabajar para mejorar sus condiciones de vida e impulsar respuestas coordinadas y solidarias.

El jefe de misión en Panamá de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), Santiago Paz, dijo a Efe que estos flujos «no van a parar», y que el año pasado se hizo «un llamamiento regional de 75 millones de dólares» destinados a apoyar a «todos los países que se ven impactados con esta migración en tránsito que busca alcanzar EE.UU. principalmente», aunque también Canadá y México.

SIGUEN SALIENDO MILES DEL TRIÁNGULO NORTE

Desde hace varias décadas el llamado Triángulo Norte Centroamericano, integrado por Honduras, Guatemala y El Salvador, es emisor de decenas de miles de migrantes que cada año se dirigen a EE.UU., escapando de la violencia de las pandillas, del narcotráfico o por razones políticas, y en busca de seguridad económica.

De hecho, las remesas familiares son un componente vital en la economía de los países del Triángulo Norte, donde llegan a representar hasta el 20 % del producto interno bruto (PIB), y no han parado de subir en los últimos tiempos.

Esta migración, aparejada a dramas familiares y la desaparición de un número no precisado de personas en el trayecto a manos del crimen organizado, no ha cesado pese al endurecimiento en los últimos años de las medidas migratorias en Estados Unidos y México.

Así, la región vive un flujo migratorio récord hacia Estados Unidos, cuya Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP) detectó a más de 1,7 millones de indocumentados en la frontera con México en el año fiscal 2021, que terminó en septiembre pasado.

El Instituto Nacional de Migración (INM) de México informó este domingo que desde el 1 de enero y hasta el 13 de abril de este año interceptó a 115.379 migrantes, de los cuales un 15 % eran menores de edad, principalmente de naciones de Centroamérica.

En un comunicado, Migración de México dijo que por países, Honduras sumó 21.965 migrantes; Guatemala acumuló 21.954 y Cuba apuntó 15.907.

Mientras que de Nicaragua se acumularon 8.270, de El Salvador 6.931, y 40.352 de otras nacionalidades, de los cuales 6.188 son de origen extracontinental, principalmente de Asia y Europa.

Del total de migrantes, 17.649 son menores de edad, de ellos 10.226 son niños y 7.423 niñas. De ese total, 14.105 estaban acompañados de un adulto o tutor y 3.544 viajaban solos.