Los restos de las armas destruidas en Panamá son llevados a las instalaciones de la institución en Cerro Tigre, en la provincia de Colón, a unos 80 kilómetros de la capital panameña, donde son sepultados en una fosa profunda que es tapada con arena, piedra y tierra. Foto: EFE.

Las autoridades panameñas han destruido un total de 2.226 armas de fuego en lo que va de año, que han sido decomisadas mediante requisas, hallazgos e intercambios por comida, informó hoy el Ministerio de Seguridad Pública (Minseg) de Panamá.

El Gobierno ha procedido a la aniquilación de las armas en tres eventos: el primero en el distrito de San Miguelito, como parte del programa antipandillas Barrios Seguros, en el que se destruyeron 100 armas, y el segundo en la sede de la Policía Nacional, con 1.090.

La más reciente destrucción de armas, que se hizo hoy, incluyó 1.036 unidades que fueron fundidas, entre las que había 470 pistolas, 439 revólveres, 48 escopetas, 10 rifles, 10 subametralladoras, 1 carabina, 32 fusiles, 1 niple (arma de fabricación casera) y 25 pelex (pistola de aire), detalló un comunicado del Minseg.

Muchas de estas armas fueron «utilizadas en actividades criminales» y otras ingresadas ilegalmente al país, indicó la fuente.

Además de incautar estas piezas en allanamientos o hechos criminales, el Gobierno realiza esporádicamente una actividad para el intercambio de armas por comida.

El acuerdo es que a las personas que acudan a entregar su arma no se les formularán preguntas y se les dará un bono equivalente al precio del artefacto que podrán canjear por comida o medicinas en establecimientos comerciales.

La medida, de la Dirección Nacional de Armamento de la Policía Nacional, usó el proceso de destrucción mediante soplete con acetileno, en presencia del ministro y el viceministro de Seguridad Pública, Alexis Bethancourt y Jonattan Del Rosario, respectivamente.

El titular del Minseg señaló que la entidad seguirá trabajando en coordinación con el Ministerio Público para seguir dándole seguridad a los ciudadanos, y que el acto demuestra que ese arsenal ya no estará al alcance de los delincuentes.

Los restos de las armas destruidas son llevados a las instalaciones de la institución en Cerro Tigre, en la provincia de Colón, a unos 80 kilómetros de la capital panameña, donde son sepultados en una fosa profunda que es tapada con arena, piedra y tierra.