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@NituPerez

En tiempos de pandemia como los actuales, el confinamiento y distanciamiento social son, junto al aseo continuo de las manos, herramientas muy útiles para evitar el contagio y frenar la propagación del llamado coronavirus. Sin embargo, muchos ciudadanos no pueden quedarse en casa, tienen que salir a trabajar bien para prestar servicios esenciales o para buscar el sustento propio y el de la familia, comprar fármacos y alimentos. Entonces, si algunos establecimientos, mercados y centros de venta de medicamentos tienen autorización de abrir porque sus productos o servicios nos son indispensables, entonces también deben abrirse las iglesias para que los fieles puedan alimentar sus almas.

Ante la angustia que vivimos, nuestro espíritu necesita abrazarse a la fe. Y es que, para el creyente, la práctica de su religión es un servicio esencial.  Necesitamos más oración, no menos oración. Las iglesias, sinagogas y templos en general, son esos espacios de recogimiento donde nos sentimos más cerca de Dios y reconfortados en él.

¿Por qué las iglesias permanecen cerradas?, ¿por qué los feligreses no pueden orar en los templos o asistir a misa? ¿por qué se les impide recibir los sacramentos?

En el caso de la fe católica, los sacramentos son necesarios para que el Espíritu Santo nos proporcione sus siete dones –sabiduría, entendimiento, consejo, fortaleza, ciencia, don de piedad y temor de Dios– a fin de que éstos nos ayuden a sobrellevar los problemas de la vida. Para los creyentes y practicantes, sin la gracia de Dios, el ser humano se pierde y es víctima de tribulaciones.

Además de la tragedia que significa la muerte de millares de personas por causa del Covid-19, me he estado preguntando por qué todo está al revés, por qué en medio de esta pandemia mundial se ha desatado una oleada de odios, xenofobias y violencia ¿Cómo es posible que turbas derrumben estatuas de Fray Junípero Serra, Cristóbal Colón, Isabel La Católica, Winston Churchill y otros personajes insignes? ¿Por qué la violencia desmedida en ciudades norteamericanas?  Si bien es cierto que los saqueos y destrozos se iniciaron en protesta por el injustificable asesinato de George Floyd, “tal verdad deja de serla cuando se la hace medio para la misma violencia, que es negación de la justicia” (Asdrúbal Aguiar, https://n9.cl/15dz)

No se si el virus ha sido creado en un laboratorio o es producto de una evolución natural.  No tengo el conocimiento ni poseo la información necesaria para afirmar o negar una cosa o la otra.  Lo que si sé , es que el miedo al contagio ha sido utilizado como herramienta de control social por ciertas élites políticas.  La pandemia le ha sido muy útil a regímenes totalitarios -como el venezolano- para acallar el descontento e impedir la movilización.

Pero volviendo al tema religioso me pregunto: por qué los hombres y mujeres de fe, permitimos que ateos, no creyentes usen la pandemia para coartar deliberadamente la vida espiritual de quienes profesamos una religión.

Aunque escribo desde la perspectiva católica, mi razonamiento también es válido para un protestante, un judío o un musulmán. No existe ninguna justificación sanitaria para cerrar los templos; ¿se trata de una maniobra política?

Propongo a mis lectores iniciar una campaña internacional para forzar a los gobiernos a abrir las iglesias. Eso sí, implementando todas las medidas sanitarias del caso, como lo son el uso de tapabocas, gel y desinfectante, así como estableciendo la distancia prudente entre los feligreses.

No tengamos miedo de defender nuestra fe. Necesitamos del auxilio espiritual para dar la batalla diaria de la vida; sobre todo los venezolanos, que además estamos obligados a luchar contra un régimen opresor, que promueve abiertamente la santería y la brujería.

Bien lo decía el Cardenal Castillo Lara: “Esto es un culto, una iglesia del mal y solo se puede vencer con bien y con fe”.